Opinión

DESENVOLTURA

Un día, después de una función de teatro en la que yo había intervenido, me estaba cambiando. Estaba conmigo otro actor cuando irrumpió cierto conocido para felicitarme por mi actuación. Le di las gracias. Pero, ahí no quedó la cosa, ya que, gentilmente, me invitó a comer al día siguiente. De momento no supe negarme, pero apenas marchó le dije a mi compañero: 'Mañana telefoneo a ese imbécil y le digo que no puedo ir a comer'.


De pronto, en aquel preciso momento, el señor volvió a entrar para recoger el teléfono móvil que se había olvidado. Yo, al verle por el espejo del camerino, completé la frase '...porque estoy invitado a comer con este amigo'.


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Esa señora que va caminando por el pasillo central del patio de butacas y que de pronto se vuelve y pregunta a su pareja:


-¿Dónde nos sentamos? ¿No tienes tú las entradas?


Lo hace para darse importancia, para disimular su disgusto de no saber dónde sentarse.




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En una reciente fiesta benéfica celebrada en Cannes, se presentó un jeque árabe en el teatro donde tenía lugar el evento. El portero le miró de arriba abajo y le dijo:


-Perdone, señor, pero con esos pantalones, ese turbante, sin corbata y los dedos de los pies que le salen fuera de las sandalias, no está permitida la entrada.


-¡Oiga! -replicó el musulmán- Desde el momento en que dejo algunos millones para la beneficencia...


-Puede enviar por correo su donativo y seguir la fiesta por televisión, señor -contestó el empleado cerrando la entrada-.


El mahometano tuvo que volverse a casa y ponerse a tenor de las normas vigentes.


Y es que el punto justo de la desenvoltura tiene que ser seleccionado, igual que se selecciona un programa de televisión con el mando a distancia.

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