Eso que se llama llevar una casa no tiene ninguna dificultad. Además, las casas andan solas:
-Mary Carmen lleva muy bien su casa -oigo decir a algunas de mis amigas-.
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Ya que no podemos evitar que nos visite un latoso, es un error decirle: 'Siéntate un momento' o '¿Quiéres tomar un café?'
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Cuando cambiamos de estación, ya bien sea la primavera, el verano, el otoño o el invierno, no hay mujer que no exclame '¡No tengo nada que ponerme, no sé que hacer!'. ¡Pero si en el armario tienes más ropa que Roberto Verino y Adolfo Domínguez juntos!
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¿Y las alfombras? ¿Cómo no nos habríamos dado cuenta de la cantidad de tapices que tenemos en casa? Es que los hay en todas las habitaciones, desde la cocina hasta el cuarto de baño.
¡Fuera tapices! Así, un día vemos partir de la puerta de casa un camión atestado de alfombras. Es de primente. Nuestro suelo es lo más nuestro. Por eso decimos que pertenecemos a la tierra, no al árbol.
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Acerca de la ropa de una mujer es la eterna lucha entre el deseo confesado de vestirse, y el inconfesado de desnudarse.
Hablemos de la ropa de mujer en la playa: es la costumbre de exponer al sol todo... menos los ojos.
