Opinión

Vamos a contar mentiras

Desde que a nuestros primeros padres les fue prohibido comer de cierto árbol, no hacen más que seguir prohibiendo cosas: Prohibido fumar, prohibido a las azafatas aéreas ir al trabajo con pantalones, prohibido en los autobuses hablar con el conductor -no ganarás nada, que diría un escocés-, prohibido esto, lo otro...

Yo propongo, puestos a prohibir, decir la verdad. Que cada uno se ponga la mano en el pecho y que confiese si dice la verdad siempre. Al fin y al cabo, la verdad es una mentira que resiste. Si dijéramos la verdad siempre soltaríamos horripilantes cosas como éstas:

-¡Hola, ladrón! ¿Cuánto has robado esta semana pesando de menos?

Entre amigos:

-¿Quién? ¿Conchi? Si no es mala chica; muy maja, simpática, pero, según tengo entendido, no tiene ni pizca de vergüenza, aunque, ya te digo, te lo cuento como me lo han contado.

-Pues, anda que Loly... Ni sabe cantar, ni bailar bien. Superó un casting para trabajar en un musical porque se hizo "amiguita" del calvo que dirige la selección y le ha dicho que ya aprenderá. Lo que necesita son unas lecciones. ¡Ja! Me río yo de esas "lecciones".

Lo dicho. No tardando mucho estará prohibido decir la verdad. Cuestión de tiempo.

¡Hombre! Hablando de tiempo: ¿No se han fijado que los relojes parados una vez al día dicen la verdad?

Y, según las estadísticas -que no dejan de ser mentiras encubiertas- el hombre de mundo miente veinte veces al día. No se han podido contar las veces que miente al día una mujer de mundo.

Otra cosa: ¿Por qué al arbusto se le llama busto? Por qué, que diría Mourinho.

Aunque, a veces, "la mentira refleja la más pura verdad", lo decía Don Quijote.

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