Opinión

A la desesperada

Había asumido que no tenía más salida que las elecciones, pero algunos de sus incondicionales han convencido a Pedro Sánchez de la necesidad de intentar como sea la investidura antes del 23 de septiembre. 

Creen y hacen creer al presidente en funciones que Pablo Iglesias ha comprendido que no tiene ninguna posibilidad de incluir a miembros de Podemos en el nuevo gobierno y colocar a Irene Montero en la vicepresidencia, y se conformará con las migajas de secretarías de Estado, alguna institución no vinculada a la seguridad del Estado, y quizá alguien cercano a Podemos en la mesa del Consejo de Ministros.

Pedro Sánchez va a intentar de nuevo ser investido presidente. Siempre le gustó el modelo portugués, pacto de izquierda pero solo socialistas en el gobierno, y a ello se va a empeñar. Empeño a la desesperada: en los dos próximos meses se juega la Presidencia del Gobierno, y sabe perfectamente que Pablo Casado está a la espera de que salga mal la jugada a los socialistas y pueda tener opciones de convertirse él, el presidente del PP, en el nuevo gobernante a través de unas nuevas elecciones. Las  volvería a ganar el PSOE pero con Podemos muy dañado porque perdería votos y escaños, y gran parte de sus votos  se sumarían a la abstención y, en Madrid, a Errejón. 

Tenía Sánchez programadas unas vacaciones familiares  en Doñana. Lo menos quince días. Pensaba marcharse este fin de semana y de hecho el Palacio de las Marismillas está listo para recibir al grupo. Pero Sánchez ha dicho a sus ministros que olviden las vacaciones, que se celebrará consejo todos los viernes, y que la tarea más importante que tienen el mes de agosto es convocar reuniones con grupos sociales con la idea de que les presenten propuestas para un programa de gobierno cuyo principal destinatario, aunque no el único, será Pablo Iglesias,  con la oferta de un pacto sin ministerios pero con cuotas de poder.

NAVARRA, EL ESCOLLO

A esa labor se van a dedicar todos los miembros del gobierno. Tendrá  un papel destacado Santos Cerdán, responsable territorial de la ejecutiva socialista y principal “hacedor” del pacto de gobierno de Navarra. 

Navarra es una china en el zapato de Sánchez, pues a pesar de que han mantenido un prudente y leal silencio en público, destacados dirigentes regionales y nacionales del PSOE confiesan en privado su incomodidad ante un acuerdo que va contra todo aquello que ha rechazado históricamente: la eukaldunización de Navarra y  la inclusión de HB-Bildu en el pacto. Pacto que niegan los socialistas pero que Bildu ha reconocido.

El acuerdo navarro  significa que el PSOE, Sánchez, coloca una banderita roja más en el mapa de España,  pero supone que de ninguna manera se va a producir lo que ansiaba Sánchez: la abstención de PP y Ciudadanos en su investidura, lo que haría menos angustiosa su situación actual, con Podemos  empeñado en no votar “sí” a esa investidura si no consigue a cambio cargos de gobierno, de ministros.

Casado y Rivera pasarán las próximas semanas pendientes de los pasos de Pedro Sánchez, que ha hecho un pacto en Navarra que consideran inquietante para el futuro de España y sobre todo para los ciudadanos navarros, que se pueden ver engullidos por los partidos nacionalistas e independentistas vascos que siempre soñaron con que la disposición transitoria de la Constitución les diera oportunidad de crear un gran territorio que incluiría las provincias vascas, Navarra e Iparralde, las provincias del sur vasco francés.

La pesadilla de Sánchez por tanto es que Iglesias se mantenga en sus trece de no apoyar la investidura de Sánchez, y que PP y Ciudadanos no se aparten ni un milímetro de su posición actual, que no se apartarán. Si eso se mantiene, todos los esfuerzos que haga estas semanas Pedro Sánchez serán baldíos. 

LAS CUENTAS

No le salen las cuentas. Solo podrá ser presidente con el apoyo de Podemos y la abstención de PP o de Ciudadanos, ya que los independentistas de Puigdemont -no los de Junqueras- se niegan de forma tajante a facilitar la investidura de Sánchez, la canaria Ana Oramas no piensa cambiar el sentido de sus dos votos, negativos, y desde luego tendrá en contra también  los dos votos de Unión del Pueblo Navarro. El PNV, en contra de lo que había previsto Sánchez, en el primer intento de ser investido optó por la abstención,  aunque  no se puede descartar  que pueda apoyar a Sánchez  en la próxima ocasión. Si hay próxima ocasión. Si en su ronda de consultas comprueba el rey que es imposible que Sánchez sea investido, no será propuesto nuevamente como candidato. 

Para desgracia de Sánchez, su pírrico 123 obliga a que Podemos vote a su favor y aun así necesita abstenciones que de momento no tiene y  es difícil que tenga. La propia selección de los interlocutores  sociales con los que se reúnen los  miembros del gobierno para pedir “sugerencias para un programa”  indica que el gobierno excluye cualquier tipo de propuesta que proceda del centro derecha. Para las reuniones solo se está convocando a  organizaciones vinculadas abiertamente con la izquierda y la extrema izquierda,  toda una pista de que Sánchez sigue considerando indispensable a Podemos  aunque  no cesa en su petición de abstención al centro derecha.

En las reuniones mantenidas hasta ahora con las organizaciones sectoriales no se ha mencionado la dificultad de formar gobierno, ni tampoco se les ha pedido que movilicen a los sectores en los que trabajan a para que acepten un gobierno de Pedro Sánchez en minoría con los necesarios pactos que le permitan salvar la investidura. Solo cambian impresiones sobre los problemas del sector social al que están vinculados,  para trasladarlos al programa de gobierno que Pedro Sánchez enviará a los partidos de la oposición,  a los que pedirá su apoyo para la investidura. 

difícil búsqueda

El envío será generalizado, también recibirán el documento PP y PSOE, aunque es dudoso que  se incluya a Vox en los destinatarios. El cordón sanitario hacia ese partido se mantiene, por animadversión absoluta hacia lo que defiende Vox y por la convicción de que ninguno de  los 24 diputados de Vox, en ninguna circunstancia, facilitarían con su voto o con la abstención la investidura de Sánchez.

Un Sánchez que se va a empeñar en las próximas semanas a un solo objetivo: buscar apoyos para ser investido. Lo tiene muy difícil, pero como ha demostrado sobradamente, en su vocabulario no figura la palabra imposible.

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