Opinión

Baron noir

Desde hace unas semanas se emite en HBO una serie que podría ser atractiva para los interesados por las trastiendas políticas, pero que con el paso de los capítulos pone de relieve la parte más oscura de quienes se supone que tienen como objetivo servir a su país. 

En Baron Noir se pone de relieve aquello que hace detestable el ejercicio de la política, lo que permite comprender porqué se ha convertido en uno de los oficios que provoca mayor rechazo en la sociedad actual. La deslealtad hacia los compañeros, la utilización de todas las armas para alcanzar la cumbre utilizando incluso a los o las amantes, la corrupción económica con el pago de dinero a un sector social que bien enjuagado se puede convertir en un nido de votantes, ofrecer un puesto de salida en la lista europea a un joven capaz de movilizar masivamente a votantes a los que se tienta con todas las promesas que ellos desean y, por supuesto, negociar votos a cambio de cargos ministeriales. Y cuando se logra el ministerio, Trabajo en este caso, desde el  primer día se coloca a las personas de confianza,  familiares y amigos.

A ello se suman iniciativas como adelantar primarias para que no se cumpla el tiempo necesario de militancia o afiliación que permita votar a los simpatizantes del adversario, campañas de desprestigio perfectamente diseñadas, incluso con chantajes de por medio,  y utilización de medios públicos para asuntos privados.

El pasado fin de semana se ha publicado que Baron Noir es la serie que sigue con entusiasmo Pablo Iglesias y que se la ha recomendado encarecidamente a Pedro Sánchez. Si es así, aviados estamos. Todo lo mencionado lo hemos sufrido ya los españoles, incluido el escaño europeo, la utilización de amantes para medrar y considerar el gobierno como una agencia de colocación. Falta el suicidio inducido, pero poco más. Todas las perversidades políticas que se producen en la serie sin que  tiemble el pulso de quien ordena esas perversidades, con mayor o menor impacto lo hemos visto en la España actual.  La lucha a degüello por el poder utilizando los medios más  innobles, la mentira para deshacerse del adversario, la compra de votos con dinero o cargos, y empujar al que se resiste a que acepte el juego sucio so pena de perder su carrera si no lo hace.

Sorprende que Iglesias alardee de seguir esa serie con pasión y que alardee de que ha conseguido que también Pedro Sánchez la siga. Cualquier político que viva la política con un mínimo de decencia, abominaría de los métodos que se utilizan en la serie Baron Noir para llegar hasta el Elíseo o hacerse con la secretaría general del partido socialista.

Se trata de una serie que, en buena ley, provocaría desprecio hacia el juego sucio que impera en parte de la clase política actual.   Y que deja un regusto amargo cuando, al seguirla, se comprende que ese juego sucio existe. Aquí. En España.

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