Opinión

Contracorriente

De nuevo el rey Felipe ha viajado a Cataluña. Está bien, muy bien, hace falta constante presencia institucional para hacer España, para anular determinados y falsos mensajes.

En Cataluña, en ciertos círculos o eres soberanista o te miran regular tirando a mal. En Cataluña, en ciertos círculos, abominar del soberanismo y del independentismo significa, simplemente, la marginación. En algunos casos, cada vez más frecuentes, defender que alguien se puede sentir catalán y español puede provocar que te señalen la puerta para que dejes el grupo, el trabajo o que te mantengas alejado del resto de la familia.

En los últimos meses han empezado a aparecer, por fin, grupos sociales sin tinte político determinado que no tienen más puntos de unión que la abominación del independentismo y la reivindicación de que Cataluña es parte de España, la mayoría de los catalanes se sienten también españoles, y el resto de España quiere que los catalanes formen parte del mismo país. No por cuestiones territoriales, ni económicas, sino simplemente por sentimientos. Grupos que defienden que Cataluña es parte de todos, y los lazos con los catalanes son tan sólidos, tan firmes y tan emotivos como los que mantienen entre sí españoles de distintas regiones y procedencias.

Quienes forman de esos grupos sociales tienen agallas, porque lo que se lleva en Cataluña es lo contrario de lo que ellos defiende. Lo que se lleva es hacer seguidismo con Junqueras y Mas, acusar a la Justicia de actuar contra la familia Pujol porque son catalanes y no porque sean presuntos corruptos; se lleva decir que Cataluña da más que lo que recibe y que es víctima del gobierno central y de las instituciones del Estado.

Un centenar de empresarios se ha desmarcado públicamente del independentismo, una iniciativa del PP con menos valor que los gestos que salen de dentro, del corazón, de los sentimientos. Pero sí tienen valor en cambio quienes se mueven en torno a la plataforma anti independencia “Libres e Iguales”, muchos de ellos pertenecientes al mundo de la cultura, la sociología y el periodismo, y quienes forman parte de Sociedad Civil, que desde sectores independentistas se intentó presentar como un grupo vinculado al Partido Popular, lo que echó por tierra Carmen Chacón cuando se presentó en uno de sus actos públicos. Acaban de visualizar que cuentan con el respaldo público de algunos de los más importantes dirigentes del PSC, incluidos Iceta y el ex presidente Montilla, prueba de que no solo la derecha se moviliza contra la independencia de Cataluña, sino que se puede tener el corazón en la izquierda y sentirse profundamente catalán y español.

Así se ganan adeptos a la causa no independentista, aunque hace falta coraje para ir contra corriente. Pero no se puede dejar que la iniciativa la lleven quienes cuentan con ingentes medios económicos para transmitir sus mensajes, y una inmensa capacidad de marginar y demonizar a quien no entre por el aro.

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