Opinión

Explota la izquierda

Yolanda Díaz ha ganado la batalla y, además, su rostro figurará en las papeletas de la coalición. La vanidad se impone, aunque no sorprende en la vicepresidenta gallega. Ha ganado la batalla e Irene Montero queda fuera de juego. Cuidado, no es buen enemigo.

Las palabras paz, felicidad, diálogo y sonrisas que Yolanda Díaz ha convertido en su seña de identidad, no han tenido demasiado éxito en las filas de la izquierda del PSOE. Bien porque la líder de Sumar todavía no se mueve bien como líder de un partido, cargo que acaba de estrenar después de haber integrado previamente las filas de cuatro partidos, o bien porque ha topado hasta el último minuto con el muro impuesto por la dirección de Podemos.

Se ha producido el milagro cuando estaba a punto de llegar el límite, las 23,59 horas del viernes, y a la izquierda del PSOE estarán un Podemos integrado en Sumar, que engloba a una quincena de partidos. La mayoría de ellos de escasa identidad, no van más allá de un grupo de simpatizantes que se juntan para defender los intereses de su localidad.

La guerra entre Yolanda Díaz e Irene Montero ha sido y sigue siendo a muerte. La lucha de egos siempre provoca problemas, pero en el mundo político puede romper la estabilidad de los partidos más poderosos y promover su desaparición. La historia reciente española está plagada de ejemplos.

Yolanda Díaz sabe desde hace ya muchos años que su carrera política estaba acabada en Galicia, por eso dio el salto a la política nacional después de utilizar diferentes rampas y traicionando a sus apoyos sucesivos. En Madrid se apuntó a Podemos, cuyo líder, Pablo Iglesias, no solo la convirtió en ministra de Trabajo -ni en sus momentos más optimistas lo había soñado- sino que la designó vicepresidenta cuando él anunció que dejaba la política. Que no la dejó, sigue mandando en Podemos por persona interpuesta.

UN JUEGO DESCONCERTANTE

El dicho de porqué me trata mal si no me debe ningún favor es aplicable a Díaz más que a cualquier otro político aunque Pedro Sánchez no le va a la zaga; pero la vicepresidenta no ha parado de crear problemas a Montero y Belarra, las caras más visibles de Podemos, después de haber conseguido que Pedro Sánchez la impulsara como promotora de Sumar y sus grupos afines.

Pensaba el presidente del Gobierno que así se conformaría un bloque entre Podemos y Sumar que tendría mejor resultado en las elecciones generales que si iban los dos partidos por separado, lo que facilitaba su continuidad en La Moncloa frente al pujante PP de Feijóo. Sin embargo Yolanda Díaz e Irene Montero han mantenido posiciones completa y absolutamente inamovibles hasta que estaba a punto de expirar el plazo, y han hecho toda clase de maniobras para desacreditar al otro partido, haciendo cada vez más difícil la deseada unidad. Con seguridad, han desesperado a un Pedro Sánchez que necesitaba como el comer que acordaran de una vez listas conjuntas.

Ha habido juego muy poco claro, y tremendamente desconcertante, por las dos partes, como si intentaran engañar a los contrarios, estrategias en política y más cuando de ellos se trata.

Desde Sumar se transmitió que Belarra tendría puesto de salida en alguna lista, pero no así Montero, que aspiraba al dos o tres por Madrid. Lo que explicaban en Sumar “sotto voce” era que Compromís y Mas Madrid vetaban a Irene Montero, lo que desmintieron los dos partidos. Solo el jueves se admitió que efectivamente Montero no tendría sitio en ninguna lista de Podemos.

Belarra y Montero, ese mismo día, anunciaron que serían sus afiliados los que tomaran la decisión de negociar o no. Una manera de evadir responsabilidades y sobre todo la humillación de que se visualizara que Sumar no quería saber nada de las dirigentes de Podemos. O al menos de una de ellas.

El resultado de la consulta confirmó lo que se suponía: los inscritos de Podemos dejaban la responsabilidad de negociar en manos de Belarra y Montero. Que habían presentado una nueva propuesta a la gente de Yolanda: un pacto para Podemos se presentara en Valencia, solo en Valencia, con lista propia; y lista conjunta en el resto de las provincias. Sumar dijo no, entre otras razones porque Compromis es un puntal de la coalición en Valencia… mientras que Podemos no ha logrado ningún escaño en las pasadas elecciones de mayo.

Podemos no ha estado quieto en estos días de negociación. Esta semana un miembro de Podemos registró un nuevo partido… con la misma dirección que la sede de Podemos ¿Se estaba guardando la ropa él, o bien alguien a través de él, para presentarse con otras siglas si no había acuerdo entre Sumar y Podemos?

LA PESADILLA DE SÁNCHEZ

Como otras incógnitas, aunque éstas mucho más pedestres, más materialistas. Por ejemplo, cómo se repartirán los fondos estatales en la coalición, porque la mayor parte de los partidos dependen de esos fondos, que se distribuyen en función del número de escaños y de votantes que consigue cada partido. En una coalición tan numerosa como Sumar, hay que hacer algoritmos más que números. Y otra cuestión a decidir es quién participará en nombre de Sumar en los debates entre los candidatos en las radiotelevisiones públicas, que vienen milimétricamente reguladas por ley: solo pueden participar los candidatos de los grupos con representación parlamentaria, y Sumar no la tiene. Aunque sí algunos de los partidos que integran la coalición.

Yolanda Díaz marcó aún más distancias con Podemos nombrando portavoz de la campaña electoral al eurodiputado Ernest Urtasun, de En Comú, el partido de su amiga Ada Colau. Un nuevo desprecio a Podemos, donde los nervios entre la militancia se acrecentaban a medida que se acercaban las fatídicas 23,59 horas del viernes.

En diferentes regiones y localidades se han visto ya acercamientos de personas de Podemos hacia algunos de los partidos integrados en Sumar, buscando acogida. Cada día se visualizaba con más intensidad que Podemos vive horas amargas, que el “sálvese quien pueda” se había apoderado del partido que un día acarició seriamente la idea de llevar a Pablo Iglesias o a su sucesora a la presidencia del gobierno.

A pesar del acuerdo alcanzado, a pesar de que Podemos ha renunciado incluso a mantener a Montero, que significa también el fin del liderazgo de Pablo Iglesias, el mal está hecho: la credibilidad de Podemos ha caído en picado, con Irene Montero como principal protagonista del descrédito. Pero que hayan ofrecido a Sumar su cabeza en bandeja, no augura nada bueno. Tampoco Yolanda Díaz sale bien parada, Sumar se ha convertido en un guirigay, un zoco en el que se discute todo, se regatean lugares en las listas electorales y se maniobra para quitar de en medio a un compañero para ocupar su sitio.

A quien más angustiaba esta situación era, como no podía ser, a Pedro Sánchez. Promovió a Yolanda Díaz convencido de que ella lograría unir a la izquierda del PSOE y no se dividiera el voto entre Sumar y Podemos, lo que castiga la ley D’Hont. Esa unión permitía a Sánchez soñar con la posibilidad de mantenerse en Moncloa.

Ahora, que finalmente ha alcanzado el objetivo, puede respirar con cierta tranquilidad porque se acaba su pesadilla, ver descalabrada la izquierda a su izquierda. Pero quedan cuentas pendientes: el trato dispensado a Irene Montero y cómo afecta a la imagen de Yolanda Díaz, que se presentaba como la mayor defensora de la paz y la felicidad; y cómo afecta también a la propia Belarra, que ha dejado caer a su amiga y compañera. Y, lo más importante, cómo afecta esta negociación, tan dura, a los votos.

Hasta el 23 de julio Pedro Sánchez va a estar en estado permanente de inquietud.

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