Opinión

Hay ganas de salir adelante

El Rey ha pronunciado un discurso dirigido directamente al alma de los españoles. Un discurso con fondo político,  pero con la intención de  poner en valor  el orgullo de ser español, expresado cuando se refirió a sus viajes por tierras españoles y vio “dificultades y problemas, pero había también trabajo duro y honesto, sacrificado, capacidad y talento, y sobre todo determinación y ganas de salir adelante”.

Para los que buscan referencias políticas, algunas de sus reflexiones tenían claros destinatarios: “Es esencial, de cara al futuro, que el diálogo y el entendimiento entre grupos políticos permita preservar e impulsar los consensos básicos para el mejor funcionamiento de las instituciones”,  o cuando dijo que  “vulnerar las normas que garantizan nuestra democracia y libertad solo lleva, primero, a tensiones y enfrentamientos estériles que no resuelven nada y, luego, al empobrecimiento moral y material de la sociedad” que se podría aplicar a quienes no acatan las leyes, lo que centra la mirada en los independentistas catalanes.  El espíritu de lo que desea en la vida política estaba ahí,  pero en esta ocasión iba el Rey más directo  a los sentimientos de los españoles. 

D. Felipe reconocía permanentemente  que los momentos que vivimos no son fáciles, pero se puede salir. De hecho, y fue una frase que sin duda fue bien recibida en Moncloa, en su empeño de transmitir confianza dijo que  aunque “La crisis ha impuesto grandes sacrificios, hoy vivimos con la esperanza de la recuperación que ya hemos iniciado”. 

Quiso el Rey que sus palabras tuvieran en cuenta aquello que importa a la España más tradicional pero al mismo tiempo diera un salto generacional hacia la España de hoy. Sus reflexiones sobre la familia como núcleo que desafía cualquier problema al que haya que enfrentarse, se contraponían a sus referencias a la importancia de las tecnologías y a las nuevas formas de comunicación”. Sin embargo la parte más directa de su discurso, la más insistente, la de mayor calado social, fue aquella en la que advirtió que  “La convivencia exige siempre, y ante todo, respeto. Respeto y consideración a los demás, a los mayores, entre hombres y mujeres, en los colegios, en el ámbito laboral; respeto al entorno natural que compartimos y que nos sustenta. Respeto y consideración también a las ideas distintas a las nuestras. La intolerancia y la exclusión, la negación del otro o el desprecio al valor de la opinión ajena, no pueden caber en la España de hoy.”

No podía ser más explícito. En esas palabras había un toque de atención a aquellos que no aceptan la igualdad entre hombres y mujeres, rechazan a inmigrantes y refugiados, recelan de la libertad de expresión o no aceptan más religión que la propia. Problemas todos ellos que impregnan la sociedad actual.

Somos capaces, podemos lograr lo que nos marquemos como objetivo, por difícil que sea. Eso es lo que ha transmitido el Rey.

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