Opinión

Grandeza

Es la hora en la que los dirigentes políticos deben demostrar si tienen un ápice de grandeza. Todos ellos, desde Rajoy hasta el último de la fila. Es la hora de comprobar si iban en serio cuando a última hora de la noche del domingo anunciaron que trabajarían para defender los intereses de los españoles. Noche en la que el propio Sánchez, que aspiraba a ser presidente en la próxima legislatura, advirtió que al PP le correspondía la responsabilidad de formar gobierno puesto que había ganado las elecciones. 


Si sus palabras eran sentidas, de compromiso real y aceptación de los resultados, la situación que ha salido de las urnas no tendría por qué ser preocupante. Al contrario, el presidente -probablemente Rajoy- estaría obligado a pactar todas y cada una de sus iniciativas con algún o algunos partidos de la oposición, lo que dejaría atrás rodillos, imposiciones y rechazo rotundo a cualquier propuesta de la oposición, como ha ocurrido cada vez que se han producido mayorías absolutas. El problema es que no se sabe todavía si esas palabras que sonaban bien la noche electoral, y que auguraban una época enriquecedora, con negociaciones, acuerdos, diálogo y concreción de propuestas respaldadas mayoritariamente, son palabras que se lleva el viento.


Rivera ya ha dado el primer paso al anunciar que su grupo parlamentario se abstendrá para permitir un gobierno del PP. En el PSOE deshojan la margarita, pero Sánchez haría bien en recuperar el sentido de responsabilidad que generalmente ha sido seña de identidad del partido en tiempos pasados y que hoy brilla por su ausencia. Su resultado ha sido malo, sin paliativos: la maniobra de imponer un nuevo liderazgo en Madrid ha sido un desastre, no ha conseguido ser primera fuerza en Valencia y solo ha ganado en cinco provincias andaluzas y en Badajoz.

No puede tirar cohetes. Si quisiera sumar votos para hacerse con el gobierno, necesitaría el respaldo de una decena de fuerzas, porque se equivocan quienes adjudican a Podemos 69 escaños. Veremos. Las Mareas son muy suyas, y Compromis, y Barcelona en Comú… no hay uniformidad de ningún tipo y en los próximos meses marcarán diferencias respecto a lo que quiera imponer Pablo Iglesias. Sobre todo si Iglesias mantiene la línea de moderación de la campaña, que ha sido su éxito. Aunque no parece que vayan por ahí los tiros tras escucharle al poco de conocer los resultados. 


 El único gobierno estable sería el resultante de sumar PP con PSOE, que no parece posible. Pero tampoco parece posible que Sánchez pretenda meterse en extrañas aventuras. No solo por la dificultad de que le salgan los número sino también, y sobre todo, porque destacados socialistas, con Susana Díaz a la cabeza, no consentirían ningún tipo de pacto con Podemos. Y sin Susana Díaz, Sánchez tendría escaso futuro en el PSOE.
Por tanto, esperemos. A que aparezca el sentido común. La grandeza que en algún lado deben tener nuestros dirigentes políticos.

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