Opinión

Hombres en crisis

El programa electoral de Sumar incluye una propuesta que tiene su aquel: un teléfono específico para los “hombres en crisis” y ayudarles así a prevenir violencia machista y promover la igualdad.

Tiene su aquel porque da pistas sobre la idea que tiene Sumar sobre el hombre. Si vive una crisis, si sufre una crisis, hay que actuar antes de que reaccione violentamente contra la primera mujer que tenga al lado; si vive una crisis, si sufre una crisis, lo más probable es que le cueste aceptar que la mujer es capaz de llegar a donde llega un hombre y que tiene sus mismos derechos. El texto de la propuesta es significativo: se les ofrece la oportunidad, a través de ese teléfono de ayuda, de que se les instruya sobre “otro tipo de masculinidades y se fomente el cuidado y la empatía con el apoyo profesional necesario”.

No hay programa político sin propuestas discutibles, sin ideas demagógicas o impracticables por falta absoluta de medios para llevarlas a cabo, porque rozan las líneas rojas de la Constitución o porque caen en el ridículo.

Según el programa de Sumar, los hombres son unos seres que solo cuentan con el recurso de la violencia para solucionar sus problemas y complejos, ven a las mujeres como rivales y no como compañeras, no aceptan las leyes y sienten necesidad de demostrar permanentemente que son superiores al género femenino. Y se lían a golpes contra quienes se empeñan en tratarles como a iguales.

No ha habido una sola voz dentro de esa formación que haya expresado públicamente su incomodidad por la visión que presenta sobre la sociedad española, con unos varones que se mueven imponiendo su fuerza bruta y no su inteligencia, y que sufren crisis de identidad porque no aceptan el papel que hoy tienen las mujeres en el mundo.

Claro que hay machismo, claro que hay hombres problemáticos, por supuesto que hay violencia de género, pero la iniciativa de Sumar es de una pobreza intelectual, política y social que sorprende. Se trata de una formación integrada por una quincena de partidos entre los que se encuentran varios de cierta trayectoria, y que ninguno de ellos haya hecho el menor gesto para corregir ese perfil disparatado del hombre da que pensar. No sería sorprendente que se produjeran manifestaciones de hombres como los que vemos todos los días, hombres con los que vivimos, con los que trabajamos, hombres cabales con sus defectos y virtudes, pero cabales, se acaben manifestando ante la sede del partido rosa, si es que tiene sede. El problema es que en España solo se moviliza con eficacia la izquierda, y no es probable que se eche a la calle para protestar contra Sumar.

El teléfono para ayudar a los hombres en crisis y prevenir así la violencia machista, lo propone un partido de derechas en su programa, y arde Troya. Con razón.

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