Opinión

Ignorancia y falta de respeto

Miente Belarra cuando dice que no asistirá al acto de jura de la princesa de Asturias a la Constitución porque es un intento de “blindar durante décadas una monarquía que nadie eligió”. Lo españoles sí eligieron la monarquía al avalar mayoritariamente, en un referéndum, la Constitución, que recoge la monarquía parlamentaria como forma de Estado.

Miente Belarra y quienes comparten ese criterio, incluida la vicepresidenta Yolanda Díaz. No merecen formar parte de un gobierno democrático. Por ignorantes y porque falsean la verdad. Aunque el pecado mayor lo comete quien las nombró. Se le puede conceder en beneficio de la duda, que Pedro Sánchez no conocía la poca talla de algunas de las personas a las que llamó para formar parte de su Gobierno. Pero cualquier presidente que se precie, una vez que asume que tiene en su equipo a ministros sin la suficiente preparación y faltos de espíritu institucional, mandaría al BOE su cese inmediato.

La jura de la Constitución no es un acto social al que acude una princesa de cuento divinamente vestida y enjoyada. La jura de la princesa de Asturias es una ceremonia que recoge la Constitución y significa que la heredera adquiere un compromiso con la Carta Magna, ley de leyes de un país democrático. E indica también que se la considera preparada para asumir la Jefatura del Estado a partir de ese momento. No se trata de una ocasión para que reivindiquen su antimonarquismo ciertas ministras que se toman el cargo a título de inventario e imponen decretos disparatados que se deben rehacer porque no cumplen los requisitos obligados.

Nadie iba a esperar que los secesionistas o los partidos radicales de izquierda se sumaran a un acto que consideran impropio de una democracia, aunque ellos se abrazan a dictadores a los que no tiembla la mano para asesinar, encarcelar o hacer “desaparecer” a sus críticos. Sí sorprende en cambio la actitud del PNV, siempre respetuoso con las instituciones del Estado incluido el rey, y que es el partido más votado por una sociedad que, reivindicativa en la defensa de su historia, su cultura, su lengua y sus competencias, sin embargo mantienen las formas ante el Estado. O las mantenían.

La ceremonia que se celebra este martes en el Congreso de los Diputados y continúa en el Palacio Real, es un acto que va más allá de las contiendas políticas, de ver quién pronuncia la frase más hiriente con la que descalificar a la Corona. En cualquier país del mundo el respeto al Jefe del Estado, república o monarquía, no se cuestiona, forma parte de sus leyes y su Constitución. En España, la historia política de los últimos cincuenta años está plagada de personajes republicanos que han actuado con señorío y el respeto debido a quien representaba la Corona, el Estado. Hasta ahora.

Por desgracia, en la España actual mandan dirigentes ignorantes en leyes y en historia, y faltos de educación. Las excepciones se cuentan con los dedos de una mano.

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