Opinión

IU pierde sus siglas

La militancia de años, los dirigentes que se han dejado la piel para mantener Izquierda Unida a pesar de las dificultades, de las sucesivas caídas y recuperaciones  que hacían creer en una posible y definitiva recuperación, finalmente han tirado la toalla. O eso indican los movimientos últimos.

Pablo Iglesias lleva tentando a Alberto Garzón desde que Podemos consiguió un resultado impensable en las elecciones europeas. Pensaba Iglesias que su formación política se catapultaba indefectiblemente a las alturas si contaba con IU y sobre todo con un joven diputado, Garzón, que destacó desde el primer día que logró escaño. Garzón sin embargo se resistía, entre otras razones porque Iglesias pretendía que desaparecieran las siglas IU y además se abogaba el derecho de decir quiénes sí y quienes no podrían formar parte de sus listas. Tras unos meses de tiras y aflojas, han llegado a un acuerdo singular que satisface –aparentemente- a todas las partes. Izquierda  Unida no se integra en Podemos, sino en la Plataforma Ahora en común …. que a su vez formará parte del conglomerado de Podemos. Es decir, que IU pierde su identidad y, con toda seguridad, también sus siglas. No por integrarse en Podemos, sino por formar parte de Ahora en común, que se integra en Podemos.

Sólo Gaspar Llamazares ha expresado ciertas reticencias, aunque aceptará finalmente la decisión. En cuanto a los militantes, es difícil consultar a todos y además se les puede convencer de la eficacia del proyecto con un argumento sólido: Podemos ha ocupado gran parte del espacio que ocupaba Izquierda Unida, esta formación lleva años en decadencia y se hace muy evidente que el empuje y el mensaje renovador del partido creado por Iglesias y Monedero ha calado en el público que hasta ahora votaba a Izquierda Unida. Los datos son incuestionables, y lo sondeos siguen augurando un crecimiento de Podemos mientras advierten que IU puede desaparecer.

La responsabilidad no se le puede achacar a Garzón, que ha sido encumbrado en IU cuando esa formación política se encontraba enferma mortalmente sin encontrar el norte, tras la pésima gestión de Llamazares y Cayo Lara, que llevaban a IU a una situación casi extraparlamentaria.

Garzón tiene empuje, pero no es suficiente para potenciar una formación agónica, y menos aun cuando encuentra un Podemos convertido en el partido que entusiasma a la izquierda radical y, por estrategia inteligente de Pablo Iglesias, hace como que se inclina hacia la socialdemocracia para captar el voto de izquierda moderada, donde además del Psoe pescaba votos IU.

En este panorama, es lógico que Iglesias haya encontrado a un Garzón más dispuesto que hace meses a agarrarse al salvavidas a través de una especie de fusión. Indirecta, pero en la que las siglas se quedan en la cuneta.

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