Opinión

La legislatura de la negociación continua

El miércoles pasado habían quedado a almorzar Antonio Hernando y Rafael Hernando, “los Hernando”, portavoces parlamentarios del PSOE y del PP en el Congreso. Lo que no sabían ninguno de los dos cuando concretaron la fecha era que el almuerzo se iba a celebrar en plena tormenta parlamentaria, con sus dos grupos enfrentados a muerte por la presidencia de la  Comisión de Asuntos Exteriores. 

Al principio de legislatura, cuando los grupos acordaron el reparto de presidencias y vicepresidencia de las Comisiones, la de Exteriores  correspondió al PP y, de siempre nadie pone pegas a que el partido correspondiente ofrezca el puesto a quien considere oportuno. El PP propuso entonces que esa comisión estuviera presidida por el ex ministro de Interior Jorge Fernández Díaz, recusado en el Parlamento semanas antes por el escándalo que supuso la grabación en su despacho de una reunión mantenida con el entonces director de la Oficina Anticorrupción de Cataluña. 

La mañana del miércoles Rafael le recordó Antonio el compromiso de respaldar el acuerdo, y Antonio respondió  con sinceridad que no estaba seguro de que su partido apoyara esa designación. El problema acababa de producirse.

Durante toda la mañana Javier Fernández, que de ninguna manera aceptaba ese nombre, quiso hablar con Rajoy pero no pudo hacerlo, estaba en una reunión con el nuevo secretario general de la ONU, el portugués Antonio Guterres. Tampoco pudo más tarde, en cuanto finalizó con Guterres cogió el avión para viajar a Marruecos … y fue entonces Soraya Sáenz de Santamaría quien intentó negociar con Javier Fernández, pero el presidente de la gestora socialista se mantenía en el rechazo al nombre del ex ministro. El PP mientras tanto había aplazado la votación.

Tampoco el almuerzo de los dos portavoces solucionó las cosas, que solo se enderezaron cuando bien avanzada la tarde, el PP –Rajoy y Soraya- tomaron la decisión de retirar el nombre de Jorge Fernández ante la imposibilidad de  salvar con éxito la votación, para nombrarlo en cambio presidente de la Comisión de Peticiones, que corresponde al partido de gobierno sin necesidad de votación.

En esa tarde de infarto, además de las negociaciones apuntadas, se había producido una importante conversación telefónica entre Rajoy y Jorge Fernández, amigos entrañables desde hacía años. Fernández, para no causar más problemas, dio por buena la decisión de ir a Peticiones, no sin antes recordar a Rajoy y  a todo el que le quiso escuchar, que no había pedido nada, ni Exteriores ni ningún otro cargo. Con su aceptación se salvaba la incómoda situación que ponía de manifiesto que la legislatura no iba a ser un camino de rosas para el PP y para el gobierno. El jueves por la mañana, antes de trasladarse al Congreso para la solemne sesión de investidura, Rajoy volvió a llamar a su amigo, probablemente para darle ánimos tras la tensa situación que había sufrido.

LA AVERSIÓN COMÚN

La XII Legislatura será corta si no se consigue que haya espíritu negociador y se aparcan las diferencias entre partidos para primar los intereses ciudadanos. Corta porque si el PP no consigue sacar adelante las iniciativas del gobierno, o la oposición aprueba proposiciones de ley que echan abajo las leyes más importantes aprobadas durante la primera etapa de Rajoy, el presidente no dudará en hacer uso de la atribución que solo él tiene: disolver las Cortes y convocar nuevas elecciones. Un escenario ante el que tiembla el PSOE, que no atraviesa su mejor etapa y teme verse sobrepasado por Podemos.  Tampoco interesa a Ciudadanos, que tras irrumpir con fuerza en el tablero nacional en las elecciones de diciembre, luego se quedó estancado en una cifra muy inferior a la entonces conseguida. Por otra parte, algo más une al PP y al PSOE: la aversión a que Podemos pueda hacerse con el poder. En el flanco socialista, sin disimulos, explican que su principal adversario no es el PP sino Podemos, partido que es lo que es gracias a la profunda crisis que vive el PSOE, que ha hecho huir a un número considerable de votantes. 

Esa aversión a Podemos es lo que explica la excelente relación que mantienen los Hernando a pesar de la visceralidad que demuestran a veces en declaraciones públicas,  y es lo que explica que el futuro de Pedro Sánchez se presente negro: sus declaraciones en las que defendía el acercamiento a Podemos para crear un partido de izquierdas, ha provocado que algunos de sus incondicionales hayan vuelto a mirar hacia Ferraz. 

EL PAPEL DE SORAYA

En esta legislatura de negociación permanente las relaciones personales entre dirigentes de los partidos es fundamental, y esa relación es buena entre los portavoces. Rafael Hernando se lleva muy bien con Antonio, pero también  es más que correcto su nivel de sintonía con Íñigo Errejón, con José Manuel Villegas y con el peneuvista Aitor Esteban. Por otra parte hay que estar muy atentos a Soraya Sáenz de Santamaría, a la que Rajoy ha encargado la política territorial y por tanto las negociaciones con los partidos nacionalistas e independentistas. 

Soraya contaba el jueves pasado que pasará tanto tiempo en Moncloa como en el ala de gobierno del Congreso de los Diputados, los despachos que se encuentran justo a la entrada del Palacio, a derecha. Los utilizará constantemente para negociar con los portavoces de los diferentes grupos, grandes y pequeños, porque tal como está configurada la Cámara un solo voto puede ser trascendental. La vicepresidenta aún no se ha entrevistado con Puigdemont pero sí con Oriol Junqueras, el auténtico hombre fuerte de la Generalitat, con el que mantuvo una reunión en Moncloa que los dos calificaron de muy positiva. Junqueras le preguntó  si algún día podían verse en Barcelona, a lo que respondió la vicepresidenta que por supuesto que sí, que Barcelona era una ciudad española.

El PNV sin embargo es más “negociado” de Rajoy. Con Aitor Esteban la relación es exclusivamente educada, pero en cambio es más fluida la que mantiene el presidente con el lehendakari Urkullu y con el presidente Andoni Ortúzar, y con los dos ha mantenido varias conversaciones en los últimos meses. 

TIRAS Y AFLOJA

Existen elementos que pueden suavizar las relaciones entre negociadores de los diferentes partidos. Además de las ya apuntadas,  la coincidencia  de PP y PSOE en que el adversario es Podemos, y la  espada de Damocles de unas nuevas elecciones, ayuda también que la crisis interna que sufre el PSOE puede contribuir a que sus dirigentes actuales no quieran abrir más frentes de batalla  sino que, al contrario, frente a Podemos puedan ofrecer un perfil más de Estado  si consiguen del gobierno algunas medidas que abunden en cuestiones  sociales que a todos importan. 

Sin olvidar  la relación de Gobierno central y gobiernos regionales. Entre ellos serán  loas tira y afloja.

Te puede interesar