Opinión

Lo de Extremadura

Alguien que conoce bien a María Guardiola dice que es “lista, con mucho carácter y mucho empuje”. Debe serlo, porque no era una mujer con protagonismo en la política extremeña y sin embargo empató a escaños con Fernández Vara en las elecciones autonómicas.

Negoció con el Vox extremeño, pero cuando habían acordado apoyar su investidura a cambio de la presidencia del parlamento y un senador autonómico, desde la calle Bambú, sede nacional de Vox, llegó Jorge Buxadé decidido a imponer su criterio frente a cualquier otra consideración que no pasara por el visto bueno previo de su poderosa cabeza.

Se organizó una buena. Tanto, que no solo puso el riesgo el futuro de Guardiola sino que afectó sensiblemente al futuro del propio Feijóo. Funcionó la estrategia del PSOE y de Vox de cargar las tintas contra el líder nacional presentándole como un pusilánime incapaz de poner orden en las regiones.

Guardiola ha cedido, pero no tanto. Vox exigía dos consejerías, entre ellas Agricultura -importantisima- y solo ha conseguido una, de Medio Rural y sin las competencias agrícolas. Así que no ha negociado mal María la Brava, que se puso el mundo por montera pero ha salido bien parada. Tendrá que esforzarse ahora en recuperar el prestigio y el respeto que quedaron maltrechos las dos últimas semanas.

El que tendría que reflexionar sobre su actitud ha sido Fernández Vara, uno de los pocos dirigentes socialistas que ha demostrado sobradamente que es un político capaz, con peso, con criterio y buen gestor. La prueba es que ha tenido un gran resultado en Extremadura a pesar de que es víctima, como tantos otros socialistas, del rechazo generalizado hacia Sánchez. Vara hizo lo que tenía que hacer cuando anunció que dejaba la política y pediría la incorporación a su plaza de médico, pero hizo mal cuando dio marcha atrás porque se lo pidió Sánchez; y también hizo mal al pedir a la presidenta socialista de la asamblea parlamentaria que pusiera pronta fecha para su investidura. No advirtió que de esa manera regalaba dos meses de plazo a Guardiola para negociar con Vox su propia investidura, que se celebraría a entonces después del 23 de julio, asunto importante porque podría influir en el criterio de Vox en función de los resultados de las elecciones generales.

Guardiola no perdió tiempo, logró negociar un aceptable acuerdo con Vox y Vara se vio obligado, en cuanto tuvo noticia, de renunciar a la investidura.

No es la mejor solución, porque su candidata se ha cansado de decir que bajo ningún concepto echaría por tierra su compromiso con los extremeños de gobernar sin Vox, y un consejero de ese partido se sentará en la mesa del Ejecutivo regional. Guardiola, insistimos, tendrá que esforzarse en recuperar su credibilidad, hoy perdida. 

Y aprender que en política nunca se puede decir no tajantemente. Ha pagado la novatada… pero será presidenta.

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