Opinión

Mal perder

La educación se demuestra en la mesa y cuando vienen mal dadas, decían nuestros padres y abuelos. Lo que sirve para la gente corriente, la que se gana la vida trabajando en toda clase de oficios, vale también para los políticos. Más todavía si cabe, porque los modales en la mesa trascienden al ámbito exclusivamente privado,  y las situaciones incómodas provocan con frecuencia reacciones desaforadas,  imprevistas e inaceptables.


En Cataluña, desde que la CUP anunció que no apoyaría la investidura de Artur Mas, ha  aparecido la peor cara de algunos de sus dirigentes. En las últimas horas las acusaciones de traición se han producido en el seno de un mismo partido, y todo apunta que la CUP  se ha dejado multitud de pelos en la gatera y algunos de sus actuales dirigentes se quedarán apartados de la primera línea. En lugar de aceptar las resoluciones de sus asambleas, la seña de identidad de la CUP, han iniciado una carrera de descalificaciones personales que no auguran nada bueno. En Junts pel Si prefieren no sacar a la luz los trapos sucios, pero cuando hablas con algunos de sus diputados, que ya no saben si en el próximo intento volverán a tener escaño, aparecen críticas soterradas a la forma en que se ha llevado el proceso.  


No comprenden el empeño en mantener la candidatura de Mas contra viento y marea sabiendo que existía el riesgo de que la CUP no la apoyara “Y por defender a Mas se ha ido a la mierda el proceso independentista; será difícil que se repita una situación tan favorable como la que salió de las elecciones de septiembre”, dice uno de los dirigentes de ERC que no oculta su enfado por la manera en que se apoyó a un Mas que “no merecía seguir siendo presidente,  con todo lo que ha hecho para amparar a los Pujol. Si fuera una persona que quiere lo mejor para Cataluña, habría renunciado a mantener la candidatura para conseguir así poner en marcha el Procés”, añade.


A lo mejor se llega a un acuerdo de cambio de candidato antes del día 9, aunque parece difícil, pero de momento el no de la CUP ha hecho que aparezca en escena lo peor de cada casa. La rabia incontrolable de Rahola, la ambición desbordada de Mas,  las rivalidades internas de la CUP, el escaso respeto a Mas de algunos de sus acólitos de CDC, el oportunismo de la formación de Ada Colau que no se conforma con tenerla en la alcaldía de Barcelona y ya piensa en la presidencia de la Generalitat… Los partidos y  formaciones no independentistas, Ciudadanos, PP y PSC mantienen una actitud  prudente:  el mapa político puede cambiar con unas nuevas elecciones. Cuanto más bajeza se vea en las filas independentistas, más probabilidades tendrán de incrementar los votos. Y poner fin así a una aventura independentista que a los catalanes solo ha traído pobreza, inestabilidad y confrontación social.

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