Opinión

Mangas verdes

A buenas horas mangas verdes, dice el refrán. A buenas horas va Rajoy a Cataluña para demostrar que le importa, que quiere sentirse más ceca de su gente y que su gente le sienta cerca, que lleva a los catalanes en el corazón. 

Es verdad que no han faltado viajes desde que es presidente o, antes, líder de la oposición; pero siempre han sido para actos de partido o reuniones de tipo empresarial. Ha faltado ir porque sí, por ganas de ir, aunque podría decirse que también han faltado a otros puntos de España, con la excepción de Galicia o de Andalucía en tiempos de Arenas, cuando el hoy presidente se iba cada dos semanas a esa región e igual aparecía en un acto del PP que en una feria o un chiringuito. Todo perfectamente organizado para demostrar que le importaba el sur y la gente del sur. 

Sus asesores, y él mismo, han debido comprender al fin que la única manera de ganar elecciones y cumplir determinados objetivos es arrimarse a los ciudadanos, pisar la calle, escuchar sus problemas. Como hacen los políticos de cualquier parte del mundo, sobre todo los de Estados Unidos, donde todos, incluido el presidente, igual participan en un concurso colegial, que se meten en una cocina o comen una hamburguesa rodeados de familias que les cuentan su problemas. El presidente, además, cuando surge un problema, el que sea y del tipo que sea, aparece a los dos minutos ante los periodistas acreditados en la Casa Blanca, que no salen de allí en todo el día porque saben que a la mínima se produce una intervención presidencial para dar explicaciones.

Rajoy ha decidido, al fin, que la mejor fórmula para conseguir que los catalanes se sientan respaldados por los políticos y por la gente del resto de España es sentir cerca sus sentimientos. 

El ejemplo lo tenía bien cerca: a Cameron no le llegaba la camisa al cuerpo hasta que su adversario, el laborista y ex primer ministro Gordon Brown, se fue a Escocia a lanzar el mensaje “Better together”, “Mejor juntos”. Los sentimientos frente a las conveniencias, el corazón frente a las cifras. Así se ganó el referéndum, y con mucho mayos respaldo del que preveían los más optimistas. La confrontación es el peor enemigo del político.

Al fin Rajoy ha cogido el toro por los cuernos, pero le va a costar trabajo convencer a los catalanes de que le mueven los sentimientos y no la necesidad. Ni ayuda el equipo que tiene allá, en Cataluña, ni tampoco el que tiene en Madrid, donde con frecuencia se escuchan voces en el PP que demonizan a los catalanes de las ansias secesionistas de su presidente y de algunos de sus dirigentes. Así, con ese tipo de comentarios, ni se ganan afectos, ni se resuelven problemas independentistas.

El presidente ha anunciado que viajará más a Cataluña. A buenas horas.

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