Opinión

Pablo Iglesias entrará en Moncloa

Hay que reconocer que Rajoy ha cogido el toro por los cuernos, por utilizar la expresión de Angela Merkel, desde el mismo momento en que Just pel Sí y la CUP pusieron en marcha el proceso que, según ellos, culminará con la declaración de  independencia en el parlamento catalán.
De forma inmediata compareció el presidente ante la opinión pública para leer la declaración institucional que previamente habían conocido Pedro Sánchez y Albert Rivera, mantuvo después un encuentro con el secretario general socialista para analizar a tumba abierta la situación y ver cuál era la manera más efectiva de actuar ante el desafío, concertó una entrevista con Rivera para este jueves y, de forma imprevista, convocó también a Pablo Iglesias a La Moncloa para cambiar impresiones sobre Cataluña.


Un Pablo Iglesias que ha mantenido una actitud condescendiente con el independentismo, porque presume de que defiende la unidad de España pero bien que ha ayudado a Forcadell para convertirse en presidenta del Parlament. Y bien que abraza el mantra independentista sobre el derecho a decidir.
Con la llamada a Sánchez y Rivera, Rajoy demuestra que se toma en serio el asunto catalán y que no le duelen prendas en hacer partícipe de sus inquietudes a los dos dirigentes más relevantes de la oposición. 


Con la llamada a Pablo Iglesias lo que hace Rajoy es romper el discurso victimista del dirigente de Podemos,  que se presenta ante su clientela como un proscrito por un jefe de gobierno que selecciona a sus interlocutores.  Poco va a salir de esa reunión entre Rajoy e Iglesias, no solo porque les separa un mundo, tanto desde el punto de vista ideológico como de la forma de ejercer la política, sino porque a Iglesias no le interesa llegar a ningún punto de coincidencia con el presidente de gobierno. Bastantes problemas tiene ya en su partido por perder las esencias fundacionales, como para aparecer ante sus seguidores explicando que está de acuerdo con las medidas que baraja Rajoy para plantar cara a la declaración independentista.


Rajoy está actuando con la diligencia  y visión política que se ha echado en falta en sus  años de gobierno. Hace partícipe de sus propuestas a la oposición –habrá nuevos encuentros- , escucha las de otros partidos, pide que no se haga electoralismo con Cataluña y tiende puentes con un Sánchez con el que ha discrepado ferozmente  pero en el que reconoce  que,  como él mismo, no se toma el reto secesionista a título de inventario. 


Los equipos de Mariano Rajoy y Pedro Sánchez han analizado las leyes y la Constitución del derecho y del revés y no van a proponer insensateces, por bien que suenen las iniciativas de ir a por todas en la lucha contra el independentismo.
Sabiendo con qué rigor trabajan estos días en Moncloa y en Ferraz, frente a la demagogia de Podemos, sería apasionante conocer minuto a minuto cómo discurre la primera conversación entre Iglesias y Rajoy.

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