Opinión

Cuatro partidos se la juegan en dos meses

Son más de cuatro, más partidos y más candidatos, pero todo gira en torno a cuatro siglas y cuatro carteles electorales; Rajoy, Sánchez, Rivera e Iglesias. Y parten de situaciones muy distintas.

La aventura política de Pablo Iglesias puede quedarse en nada si el 20 de diciembre no logra convertir a Podemos en una fuerza con capacidad de decidir en el gobierno, lo que le obligaría a regresar a una Facultad de la que dejó de ser profesor icónico porque pensaba que podía ser presidente de gobierno.

Pedro Sánchez, con año y medio en la secretaría general del partido, no será reelegido en el congreso de su partido, que se celebrará a principios de 2016, si no se convierte en presidente de gobierno o, al menos, logra un resultado en las generales que permita a los socialistas no sentir vergüenza.

Rajoy sabe que se expone a ser el primer presidente de la democracia en no ser elegido para un segundo mandato, no ha sabido explicar su trabajo.

Su figura provoca un enorme rechazo porque tampoco ha sabido transmitir un hecho real, que es un hombre cercano, afable, con sentido del humor y gran sentido del Estado. Si no gana las elecciones con un resultado suficientemente amplio respecto a la segunda fuerza que le permita gobernar en minoría o con la ayuda de otro partido, no tendrá otra salida que la dimisión irrevocable, y no será desde luego una salida por la puerta grande.

El cuarto jinete de esta carrera electoral, Albert Rivera, el hombre de moda, sale a la pista con una desventaja ante sus adversarios: es tanta la expectación respecto a su figura, son tantos los escaños que se le adjudican, que como no los alcance, o casi, puede ser considerado un juguete roto.

LA RÉMORA DE LAS ALCALDÍAS

En los dos próximos meses se juega el futuro de España. Nunca unas elecciones generales han estado tan abiertas, pues en las anteriores el resultado se dirimía entre dos partidos, PP y PSOE, partidos sólidos, con gente cuya trayectoria era previamente conocida, gente de la que se sabía de antemano qué defendían y qué tipo de programa pretendían aplicar. No provocaban el vértigo que hoy provocan algunos experimentos que, por desconocidos, es imposible medir sus consecuencias.

A Iglesias no le han favorecido los pactos que han llevado a algunos candidatos de Podemos y ad lateres a importantes alcaldías. En Madrid y Barcelona se están viendo unos ejemplos de sectarismo, espíritu revanchista y falta de profesionalidad que sin duda va a provocar la huida de los votantes menos radicalizados. Iglesias se enfrenta además a problemas más serios. El principal es su propia figura, menos definida ahora que cuando empezó en política, pues en su afán de llegar a la presidencia captando votos desencantado de IU y de PSOE, ha moderado su lenguaje y sus propuestas … y los sondeos indican que con ese giro ha perdido su principal caladero de votos. Y ha perdido algo más: el afán de partidos y plataformas de extrema izquierda por adherirse a Podemos. Hoy, Izquierda Unidas ha roto sus negociaciones con Podemos, y varias marcas de “En común”, “Compromiso”, “Ahora” y “Mareas” marcan distancias con la formación de Iglesias. Su propia imagen actual, con una vanidad exagerada no ayudan sino todo lo contrario. Por no hablar de su famoso “cansancio”, al que ha dado pie al desaparecer durante días sin explicaciones justificadas.

En el caso de Ciudadanos, Rivera se mantiene en su habitual moderación, pero es evidente que flojea su equipo, con exceso de rectificaciones que obligan a poner en cuestión que Rivera represente el rigor en la gobernanza.

LA ECONOMÍA MANDA

El fichaje del economista Luis Garicano se presentó a bombo y platillo, pero sus propuestas fiscales provocaron tanto escepticismo generalizado que se vieron obligados a rectificar, distintos economistas recuerdan que Manuel Conthe presentado también como gran “fichaje”, hace meses que dejó su colaboración y esta misma semana, la contrariedad que provocó la propuesta de copago sanitario y educativo obligó al partido a retirarla en cuestión de horas. Y así, evidentemente, no se suman méritos para ilusionar a los millones de votantes necesarios para cubrir las expectativas. Precisamente la economía, el programa económico, puede provocar problemas a las expectativas de Pedro Sánchez, convencido de que va a ser el próximo presidente de gobierno porque está convencido también de que contará con el apoyo de Ciudadanos y Podemos, impresión de dudoso rigor porque es conocida la animadversión de Rivera hacia Podemos.

Un dirigente regional socialista trasladaba a esta periodista su inquietud por las propuestas presentadas horas antes por Sánchez. “Pedro no se da cuenta de las bazas que da al PP, porque el titular es fácil, que pretendemos subir media docena de impuestos. Hay letra pequeña, ideas interesantes en materia de derechos sociales, igualdad, creación de empleo … pero la gente se queda con la letra gruesa, que el PSOE va a subir varios impuestos”. Esa inquietud se suma al desconcierto, y rechazo, que han provocado algunos de los fichajes de Sánchez, sobre todo el de la ex diputada de UPyD Irene Lozano, de la que los socialistas recuerdan algunas de sus intervenciones más duras contra el PSOE, al que permanentemente presentaba como un partido corrupto.

RAJOY, GANAR O MORIR

Rajoy se va a dejar la piel en la campaña, en la que el pistoletazo de salida ha sido el congreso del PPE, con participación de los más importantes dirigentes de los partidos conservadores europeos, que no han escatimado elogios al presidente español. Pero no es suficiente. Rajoy no ha acertado en su política de comunicación, y en tan poco tiempo no se recupera el terreno perdido. Va a ser muy importante la elaboración de listas, es imprescindible ofrecer caras nuevas y pasar página respecto a algunas “abrasadas” después de décadas en primer plano. Sin embargo, la mayoría de los veteranos que ya no aportan nada se resisten a dar paso atrás. Pero Rajoy tendrá que hacerlo, y una de las personas que más le empuja a hacerlo es Cospedal.

Los cuatro partidos con ansias de gobernar sufren por tanto problemas graves, en unos casos de falta de experiencia que se equilibra con la expectación e incluso ilusión que provocan, y en otros con hartazgo que se equilibra con la experiencia de gobierno. Comienza la batalla por conseguir los votos y, en este momento, todo está abierto.

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