Opinión

Prudencia, proporcionalidad y firmeza

Rajoy ha advertido que responderá al desafío independentista con prudencia, proporcionalidad y firmeza. Para desgracia de quienes pretenden actuar al margen de la ley, el presidente de gobierno cuenta en estos momentos con el respaldo de Psoe y Ciudadanos, que por encima de las discrepancias y de los muchos desencuentros que los separan, suman esfuerzos para impedir la ruptura de España y ponen pie en pared contra el independentismo catalán.

Un independentismo que con palabrería hueca y demagógica ha calado, sorprendentemente, en un amplio sector de la sociedad catalana –aunque no tan amplio como gustaría a Mas y a sus ad láteres- que apoya la propuesta de proclamar en el parlamento catalán la república independiente de Cataluña.

Proclamar. Hasta ahora los independentistas se han limitado a anunciar sus propósitos. No habían preparado los pasos con el necesario rigor, pues a las primeras de cambio una iniciativa parlamentaria de Psoe y C's, más el hecho de que el PP no se haya constituido oficialmente su grupo parlamentario, les impide cumplir el calendario previsto. No parece por tanto que los independentistas se hayan tomado excesivo trabajo en preparar su senda hacia la disidencia. Se encuentran además en fase de anuncios, no han pasado todavía a los hechos, por eso no puede haber respuesta prudente, proporcionada y firme.

Sin embargo, si hay algo seguro, es que si siguen adelante en la vía independentista les estará esperando la Constitución, la Ley y un presidente de gobierno que no está solo ante el desafío. Le acompañan los dos principales dirigentes políticos de la oposición –aunque Rivera todavía no cuenta con representación parlamentaria en el Congreso y el Senado- y les acompañan los millones de catalanes no independentistas –sí, millones- que no han caído en la trampa de identificar el derecho a decidir con el proyecto al que ERC y la CUP han arrastrado a un Artur Mas que abominaba del independentismo hasta que vio que con la estelada se podía convertir en el líder catalán que hasta entonces no había sido, pues hasta ese momento no era más que el hombre que hacía carrera a la sombra de Jordi Pujol. Un Jordi Pujol que, para desgracia de Mas, se ha convertido en el símbolo de la corrupción en Cataluña.

Las últimas horas son convulsas en el plano político y social, los independentistas han dado el paso que Mas lleva cuatro años anunciando y el Parlament se dispone a dar la campanada. Es preocupante, pero a los que pretenden quebrar la Ley y el Estado de Derecho, se les está esperando con la respuesta acorde a su rebeldía. Y no les espera Rajoy en solitario, no es Gary Cooper ante los facinerosos: ante el reto, aparece lo mejor de unos políticos que en cuestiones menos graves se han dejado llevar por rivalidades y desencuentros personales. Hoy están a la altura de lo que se esperaba de ellos.

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