Opinión

PSOE, del desánimo a la esperanza

El martes pasado sonó el móvil de la juez del Tribunal Supremo Margarita Robles. Era Pedro Sánchez. El secretario general socialista buscaba desde hacía días una mujer con suficiente atractivo, trayectoria y personalidad como ocupar el puesto número dos de la lista de Madrid, que él encabezaba. Se trata del número más importante de la lista de cualquier partido, el que sigue al candidato. Margarita Robles no lo dudó mucho: no es militante del PSOE porque no puede serlo un juez en activo, pero su cercanía al PSOE es conocida desde hace años, así como su colaboración con el partido en diferentes etapas. Había sido además Secretario de Estado de Interior cuando Juan Alberto Belloch era ministro de Justicia e Interior, y en aquellos dos años Robles demostró su fortaleza para luchar contra el terrorismo de ETA en una de las etapas más sangrientas de su historia. Como demostró que no se atenía a consignas y que actuó siempre conforme a su criterio profesional y personal.

Desde entonces ha seguido muy de cerca todo lo relacionado con la lucha contra ETA, por propio interés y por su extraordinaria relación personal con los dirigentes solcialistas muy vinculados a esa lucha, los ex ministros Antonio Asunción y Alfredo Pérez Rubalcaba.



LEALTAD SOCIALISTA

Con el “fichaje” de Margarita Robles, recibido con satisfacción tanto por el partido como por los medios de comunicación , Pedro Sánchez recuperó el ánimo perdido, e insufló una inyección de esperanza a su partido. Porque, después de días de rostro en el que eran visibles las huellas de la frustración, parecía recuperar su optimismo habitual, la fuerza que sacaba de dentro cuando parecía que todo jugaba en contra.

Llamar a Robles no fue la única decisión con la que intentaba poner el partido en marcha: reformaba el llamado comité de sabios con Josep Borrell, un exministro de Felipe González y exsecretario general del PSOE muy querido en el partido; daba más protagonismo a Angel Gabilondo y además volvía a coger el teléfono para hacer una nueva llamada importante: a Susana Díaz. Le pidió que le presentara como candidato en el acto de proclamación de este sábado, y la presidenta andaluza no lo dudó ni un instante.

El PSOE, que atraviesa una de las etapas más complicadas de su historia, con un pésimo resultado el 20 de diciembre, unas negociaciones para formar gobierno que no han estado exentas de situaciones humillantes, y que han sido un varapalo personal y político para el secretario general, tiene sin embargo la virtud de que su gente es leal a las siglas y al partido por encima de cualquier otra circunstancia. Sobre todo cuando vienen mal dadas, como ahora. Y en las semanas que faltan hasta el 26 de junio, veremos ocasiones sobradas en las que dirigentes socialistas que no han ocultado en público y en privado sus críticas a Sánchez, van a aparecer a su lado con el entusiasmo que mostrarían su estuvieran convencidos de que cuentan con el candidato más sólido para arrasar en las elecciones.

Que es la clave de que el PSOE esté hoy como una piña en torno a Pedro Sánchez: las elecciones. El futuro del partido, no solo de Sánchez, se juega el 26 de junio. Lo saben todos los socialistas, los veteranos y los recién llegados, los barones regionales -convocados por Pedro Sánchez en Ferraz para fomentar la imagen de unidad-, los colaboradores más próximos de Sánchez y los que lanzan venablos contra los colaboradores más próximos de Sánchez.

Una vez que el secretario general parece que ha dejado atrás melancolías y también parece decidido a dar el do de pecho para iniciar la remontada corrigiendo los muchos errores cometidos, los ejemplos de adhesión inquebrantable serán moneda corriente hasta el 26 de junio. Pero solo seguirán los gestos de adhesión si efectivamente hay remontada. Lo saben todos y lo sabe sobre todo Sánchez: no tendrá una tercera oportunidad.



CASI TODO EN CONTRA

La incorporación de nuevos nombres al equipo de partido o a las listas, además de aportar experiencia, pretendía pasar página a la inquietud que han provocado días atrás determinadas deserciones o pasos atrás.

Ferraz intentó minimizar la relevancia de la renuncia de Carmen Chacón a encabezar la lista de Barcelona, pero hizo daño. Como ha hizo daño que Sánchez se empeñara en no subir puestos en la lista madrileña a Eduardo Madina. Y ha hecho daño su empeño en mantener a Zaída Cantero, fichaje para el 20 D que no gustó a nadie en el PSOE.

La situación interna del partido no es por tanto la más sólida para iniciar una nueva y decisiva campaña electoral, pero Sánchez se ha puesto en cabeza de la manifestación sacando fuerzas de flaqueza y con un espíritu que ha obligado al resto del partido a ponerse a tono. Por lealtad al partido, hay que insistir en ello. Y Sánchez es perfectamente consciente de ello.

En esa campaña que se ha iniciado antes incluso de que el rey firmara el decreto, pues se puso en marcha el mismo día que se quebró la posibilidad de un gobierno entre PSOE y Podemos tras un nuevo gesto de chulería de Pablo Iglesias –precedido por muchos otros, y que Sánchez no supo analizar, sopesar- el adversario principal para el PSOE es Podemos, el partido que acaba de llegar a un pacto con IU en su estrategia en convertirse en el principal referente de la izquierda, y que también se ha tomado como prioridad en la campaña abatir al PSOE y conseguir más escaños que los socialistas.

Veremos por tanto unos candidatos socialistas que criticarán al PP por tierra mar y aire e insistirán en la derogación de algunas de las más importantes leyes aprobadas por Rajoy, al que acusarán de haber recortado gravemente los derechos sociales. Mantendrá el PSOE la misma línea argumental que en la campaña anterior, porque lo exige el guión: el principal partido de la oposición, como su nombre indica está para criticar al Gobierno. Pero las frases e iniciativas más incisivas se cruzarán entre PSOE y Podemos, entre Sánchez e Iglesias.

Podemos además intentará ningunear al PSOE presentándose como la principal fuerza de la oposición porque con las confluencias más IU suma más votos que el PP y, para insistir en esa imagen de segunda fuerza, Iglesias incluso pretende exigir a Rajoy un cara a cara como el que mantuvo con Pedro Sánchez.

No lo tiene fácil por tanto Pedro Sánchez. Rajoy irá contra él y le acusará de no aceptar el resultado de las elecciones anteriores, provocar unas nuevas e intentar pactos espúrios. Ciudadanos no suma suficiente para permitir a Sánchez convertirse en presidente de Gobierno … y Podemos va a por los votos del PSOE porque Pablo Iglesias pretende ser lo que hoy es Pedro Sánchez, líder de la oposición. No lo tiene fácil Pedro Sánchez … pero esta última semana ha vuelto a tomar las riendas del PSOE para convertirlo nuevamente en un partido de gobierno.

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