Opinión

El quinto aviso

Aznar ha lanzado una advertencia a Rajoy en forma de comunicado. Le dice que el pasado domingo ha recibido “el quinto aviso”, lo que equivale a recordarle que lleva cinco fracasos electorales, afirma también que el PP se encuentra en el peor escenario posible, que la posición del presidente es “seriamente comprometida”, y se pregunta “por qué el partido de gobierno de España no ha sido capaz de representar a la mayoría de las fuerzas constitucionales en Cataluña”.

El ex presidente tiene razón en su análisis, pero ese tipo de reflexiones no puede hacerlas el presidente de honor del partido a través de un comunicado. Si Aznar se preocupa de verdad del PP tendría que haber descolgado el teléfono en estos años para trasladar a Rajoy sus inquietudes y ofrecerle sus contactos y experiencia, debería haberse pronunciado en los órganos del partido y no a través de un texto repartido a los medios de comunicación.

Rajoy ha cometido muchos errores, más como presidente del PP que como presidente del gobierno, pero Aznar peca de falta de lealtad cuando aprovecha los momentos más complicados para llamar la atención. Si no le gusta cómo lleva Rajoy el PP, que dé un paso adelante y se proponga para sustituirlo si piensa que él podría levantar un partido hoy en declive. Un Rajoy, por cierto, que él eligió en contra del criterio de muchos. Un Rajoy que perdió su primera contienda electoral porque recibió en su trasero las patadas dirigidas a un Aznar que en su segunda legislatura gobernó sin tener en cuenta lo que querían los ciudadanos, se ensoberbeció de una forma desaforada, acumuló antipatías, y además gestionó de la peor manera posible las consecuencias del atentado del 11-M, lo que llevó al PP a una derrota electoral que no preveía nadie.

El resultado del PP en las elecciones catalanas ha sido malo, pero nunca fueron buenos cuando era Aznar el que marcaba las pautas del PP en Cataluña. Y además en esta ocasión ha mejorado lo que decían las encuestas hace solo dos meses, gracias a la participación exhaustiva de Rajoy en la campaña y a su decisión de cambiar de cabeza de cartel. Aznar tendría que recordar que su antinacionalismo exacerbado puso en casa a una ERC que hasta entonces era clandestina, y dio un empujón también al PNV y a otros partidos regionales que encontraron una ocasión de oro en el victimismo frente a un jefe de gobierno que les agredía sin piedad.

El PP no atraviesa su mejor momento, pero Aznar no ha acertado ni en la forma de hacer la crítica, ni en el fondo. Su obligación es contribuir a mejorar las cosas, no hacer leña del árbol que parece caído. Porque es su árbol, su partido y su candidato. Y si no le gusta, que dé un paso al frente e intente hacerse cargo de nuevo del PP.

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