Opinión

Rajoy, 20 días pendiente de Pedro Sánchez

Se ha pasado un mes diciendo que la pelota estaba en el tejado de Pedro Sánchez, y diciendo también que no renunciaba a presentarse candidato a la presidencia de gobierno, aunque la rumorología apuntaba que había tirado la toalla. No era así. Estaba decidido a aceptar la invitación del rey, si se producía, para someterse al debate de investidura. 

Este viernes, tras escuchar la oferta (exigencia) de Iglesias para formar parte de un gobierno con Pedro Sánchez, y la respuesta de diálogo del secretario general socialista, Rajoy llamó a Moncloa a dirigentes del partido, capitaneados por María Dolores de Cospedal, y se reunieron con el equipo de Presidencia, entre ellos Soraya Sáenz de Santamaría y Jorge Moragas. Tras analizar la situación, Rajoy decidió rechazar la investidura ahora. Ahora. Como explicó en rueda de prensa, no renuncia a ser candidato a la presidencia del Gobierno, pero sabe que en estos momentos es el bloque de izquierdas el que cuenta con más apoyo. En la reunión de Moncloa manejaron un dato relevante: lo que unió a la izquierda en Portugal, más que las coincidencias de proyecto de gobierno, fue sumar los votos para oponerse a la investidura de Passos Coelho. Fue uno de los episodios que analizaron también en la reunión de Moncloa. 

Celebradas las elecciones que han provocado un panorama tan complicado, tan convulso, distintos políticos e incluso periodistas que tienen obligación de comprobar si sus datos son correctos, se han empeñado en transmitir la idea de que el presidente ha estado de brazos cruzados en Moncloa, sin mover un dedo, a la espera de ver el resultado de las maniobras de Pedro Sánchez para intentar formar una mayoría que le permita convertirse en presidente de Gobierno. Sin embargo Rajoy ha estado semanas “moviéndose”, aunque muy pendiente de los pasos que daban los otros. Pasos en los que se ha visualizado una profunda crisis interna en el PSOE y, este viernes, estupefacción absoluta ante las ambiciones gubernamentales de Pablo Iglesias.

AGENDA NO TAN LIBRE

No ha ayudado a cambiar la supuesta imagen inmovilista de Rajoy la conversación que mantuvo con un periodista de la emisora catalana FlaixBac que se hizo pasar por el presidente de la Generalitat, cuando Rajoy se mostró dispuesto a recibirlo cuando antes en Moncloa porque tenía la agenda “muy libre”. Que la tuviera libre no significaba inactividad, sino falta de citas inaplazables. La tiene así desde que finalizaron las vacaciones navideñas, porque la coyuntura política obliga a una disponibilidad casi absoluta por si se precipitaran los acontecimientos y tuviera que acudir a Zarzuela o al Congreso de los Diputados, o concertar citas con quienes en estos momentos tienen en su mano la llave de la gobernabilidad.

¿Por qué ha cortado los encuentros con esos dirigentes de los que depende el futuro gobierno? Rajoy ha dicho por activa y por pasiva, antes incluso del 20 de diciembre, que abogaba por un acuerdo de los partidos constitucionalistas, PP, PSOE, Ciudadanos, los regionales y quizá PNV, para afrontar los retos más inmediatos, como detener el proceso independentista de Cataluña, dialogar sobre la reforma constitucional que exigen los socialistas y aprobar las medidas económicas a las que obliga Bruselas. 

Tras las elecciones de diciembre pensó el presidente que ese acuerdo era difícil pero posible, con él de presidente puesto que había ganado, aunque reconoció que se había dejado muchos votos en el camino. Pero también se los había dejado el PSOE, con el peor resultado de su historia. Sin embargo, una vez que inició la ronda de conversaciones con Pedro Sánchez, Pablo Iglesias y Albert Rivera, se quedó desagradablemente sorprendido por la actitud del dirigente socialista. “No me dejó ni hablar”, explicó a alguno de sus colaboradores. Contó que inmediatamente después del saludo ante los fotógrafos, Sánchez le dijo que no tenía la menor intención de apoyarle como presidente, ni de permitir que gobernara con el apoyo de otros partidos y su abstención. Ni siquiera dio pie a Rajoy para que le explicara cómo veía el futuro gobierno.

 El encuentro no duró ni 20 minutos porque según la versión ofrecida por Rajoy a su gente de confianza, un Sánchez ensoberbecido e incluso un punto maleducado, se negó a dialogar con el presidente. Después de esa reunión, Rajoy decidió que lo mejor era estar a la espera de cómo se desarrollaban las negociaciones del dirigente socialista. ¿Quieto? No. De hecho las conversaciones que mantuvo con Rivera e Iglesias fueron intensas y cordiales. Los dos negaron su apoyo, pero Rivera no pronunció ninguna frase determinante, irreversible en su decisión. Rajoy en cambio contaba con que no podría contar con la ayuda de Podemos para salvar la investidura, pero tampoco se planteó nunca esa posibilidad. En su proyecto, y en su escala de valores personales y políticos no podía haber convergencia con una formación como Podemos.

En estas semanas transcurridas desde las reuniones con Sánchez, Rivera e Iglesias, Rajoy ha mantenido diversas conversaciones con personas que podían darle opinión sobre la situación que vive España en este proceso posterior a unas elecciones que han tenido como resultado un parlamento de composición diabólica porque es imposible formar mayorías sin contar con partidos que buscan la eliminación de los que han gobernado el país a lo largo de los últimos cuarenta años. Solo hay una fórmula constitucionalista, la suma de PP con PSOE y Podemos, con un presidente del partido más votado. Pero Sánchez se niega taxativamente a cualquier posibilidad que no pase por él sentado en La Moncloa.

Rajoy por tanto se ha movido, pero sin que hayan trascendido sus encuentros y conversaciones telefónicas con personas de su partido, por supuesto, pero también de otros. Se rumorea que incluso algún socialista, pero ni lo confirma el entorno de Rajoy y tampoco lo confirman las personalidades del socialismo que mantienen muy buena relación con Rajoy a pesar de sus diferencias ideológicas. Pero tampoco lo desmienten. Y también ha querido el presidente en funciones conocer la opinión de personalidades del mundo de la economía, entre los que ha encontrado una profunda inquietud por la posibilidad de que un acuerdo de Sánchez con Podemos provoque la formación de un gobierno con un presidente que pertenece a un partido con trayectoria indiscutiblemente democrática y experiencia de gestión, pero que se encontraría que uno de sus órganos –por utilizar la expresión de Emiliano García Page- estaría agarrado por un Pablo Iglesias al que no le importa la unidad de España y cuyo objetivo es hacerse con la izquierda y enviar al PSOE a los infiernos.

investidura

Por otra parte se ha dedicado a preparar el debate de investidura. Nunca, pero nunca, se planteó renunciar a la investidura, excepto en el caso de que Sánchez firmara un acuerdo con otras formaciones que le garantizaran los votos necesarios para ser investido presidente y el Rey, tras los contactos previos con quienes firmasen ese acuerdo, tuviera la certeza de que efectivamente votarían a favor del candidato socialista, trasladara a Patxi López su decisión de que era el secretario general del PSOE quien debía pronunciar su discurso de investidura. 

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