Opinión

Rajoy, entre el alivio y la preocupación

Alas 12 del mediodía del jueves, a Rajoy se le cortó la satisfacción que sentía por haber alcanzado un acuerdo con el PNV que le abría el camino para aprobar los presupuestos. También cercenó la satisfacción que vivía desde horas antes, cuando Fátima Báñez le trasladó los datos de empleo del mes de abril, los mejores que se habían producido nunca. Sin embargo, las noticias que llegaban de la sede socialista quebraba el esquema de futuro que barajaba el presidente de gobierno.

Rajoy había hecho un enorme esfuerzo personal durante las últimas semanas para conseguir el apoyo de los "peneuvistas". No dudó en mojarse y hablar con Urkullu y Ortúzar para reforzar las conversaciones que mantenían Soraya y  Rafael Hernando con miembros destacados del PNV, sobre todo con el portavoz parlamentario Aitor Esteban y con los consejeros Erkoreka y Aspiazu, a los que los dos conocían muy bien tras años de trato muy cercano cuando eran destacados diputados en el Congreso. Para Rajoy, la aprobación de los Presupuestos suponía la estabilidad de su gobierno, que probablemente le permitiría llegar hasta el final de la legislatura. Todo saltó por los aires a las doce de la mañana.

A esa hora le advirtieron  de lo que ocurría en Ferraz, donde los  delegados de Susana Díaz, Patxi López y Pedro Sánchez entregaban las cajas con los avales de los candidatos a las primarias. Rajoy, cuentan quienes estaban con él, recibió los datos con incredulidad, como la mayoría de los españoles con la excepción del equipo de Pedro Sánchez: Díaz había sumado más que sus adversarios, pero Sánchez le pisaba peligrosamente los talones contra todo pronóstico, por lo que cabía la posibilidad de que, el 21 de mayo, pudiera ganar las primarias y convertirse en el próximo secretario general de los socialistas. 

OPINIÓN DE SOBRE SÁNCHEZ

Un escenario con el que Rajoy no contaba y que ahora ya no es descartable aunque se supone que los que apoyan a Susana Díaz, y ella misma, pondrán toda la carne en el asador las próximas tres semanas para intentar que no se produzca.  

Rajoy no tiene buena opinión de Sánchez, lo considera un político que antepone sus intereses personales a los de su partido y a los de España, capaz de cualquier maniobra para convertirse en presidente de gobierno, y obsesionado con desalojar a Rajoy de la Moncloa a través de cualquier método, incluido el apoyo a la moción de censura que promueve Pablo Iglesias y que hoy rechazan todos los partidos parlamentarios excepto Bildu. O, para que no le acusen de seguidismo a Podemos, podría promover él mismo una moción contra Rajoy.

Sorteado el trámite de aprobación de los Presupuestos, Rajoy y el PP se habían marcado dos prioridades  inmediatas: una, mantener las líneas de actuación del gobierno para seguir creando empleo y afianzar el crecimiento, que diferentes instituciones monetarias españolas e internacionales creen que será superior al marcado inicialmente por el equipo económico del gobierno. Segundo: luchar con todas las armas al alcance contra la corrupción. En ese sentido, tanto Rajoy como la dirección de su partido reconocen que no han hecho el esfuerzo suficiente durante los últimos años para explicar las numerosas medidas que han tomado para luchar contra la corrupción, con iniciativas parlamentarias que además fueron respaldadas con amplio consenso de la oposición cuando todavía tenía el Partido Popular la mayoría absoluta.

Estos objetivos pueden diluirse si Sánchez logra la secretaría general del PSOE, pues no duda Rajoy que en ese caso reviviría la situación de bloqueo permanente que sufrió hace un año y el PSOE "sanchista" en ningún caso aprobaría nada que no fuera estrictamente lo considerado política de Estado: colaboración en la lucha contra el terrorismo yihadista, algunas cuestiones relacionadas con la Defensa y quizá alguna iniciativa europea. Pero incluso respecto a la Comisión y el Parlamento Europeo Sánchez ya demostró en el pasado reciente su negativa a aceptar ciertos acuerdos alcanzados entre los populares, socialistas y liberales europeos. Un problema preocupante porque precisamente en los próximos meses se tomarán decisiones de la máxima importancia respecto al "brexit", y los tres partidos mayoritarios en la UE tendrían que mostrarse unidos para hacer frente a las exigencias británicas.

En un minuto, a las doce de la mañana del jueves, el alivio que sentía Rajoy por el trámite parlamentario de los Presupuestos, pasó a ser preocupación al verse obligado a considerar la posibilidad de que Pedro Sánchez se convirtiera en líder de la oposición.

LA PRUEBA DEL ALGODÓN

Si no se produjera bloqueo sistemático de las iniciativas de gobierno, bien con Susana Díaz en la secretaría general, o bien con Pedro Sánchez (nadie contempla que Patxi López pueda alzarse con el triunfo en las primarias) Rajoy  intentará gobernar a través de acuerdos con otras fuerzas políticas como ha hecho en estos meses. Y en ese caso, lo que tiene entre ceja y ceja y así se lo ha indicado a su equipo de gobierno y de partido, es trabajar a destajo para que los españoles abandonen la idea de que el PP es un partido corrupto. 

A Rajoy por ejemplo, cuentan las personas que forman parte de su círculo más cercano, le irritan especialmente los comentarios generalizados sobre la financiación de los partidos que demuestran que quienes los hacen no conocen las reformas que se hicieron en la anterior legislatura en ese sentido, le irrita que se exija que los que robaron devuelvan el dinero, que es algo que también se ha convertido en ley en la anterior legislatura. 

Ese mismo entorno explica que  en lo que queda de legislatura los dos ejes de actuación mencionados, el económico y la lucha contra la corrupción se van a llevar todo el protagonismo con importantes medidas. Y para visualizar esto último, las listas electorales van a ser la prueba del algodón. Tanto en las generales como en autonómicas y municipales desaparecerán nombres muy señalados en la historia del PP.

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