Opinión

RTVE: mayor escándalo de lo que parece

Amenaza de cruce de dossiers, llamadas de Moncloa y de la SEPI durante las reuniones del Consejo que se celebraron a lo largo de dos días, probables llamadas también de Génova, aunque nadie las confirma… Nunca en la historia de RTVE se había vivido una situación tan convulsa, tan escandalosa.

Los intereses profesionales quedaban en segundo plano frente a los intereses políticos, pero en el relevo de Elena Sánchez por Conchi Cascajosa como nueva responsable máxima de RTVE se ha puesto de manifiesto la ineficacia y torpeza de Moncloa para imponer su criterio en el organigrama del ente público.

El problema no se inició con el empeño del Gobierno de contratar a Broncano para que presentara un programa que compitiera con El Hormiguero. Se trata de uno de los referentes de Antena 3 en el que Pablo Motos no oculta su falta de empatía con Pedro Sánchez y sus decisiones políticas, sino que además no pierde ocasión en preguntar a sus invitados su opinión sobre el presidente de Gobierno sabiendo que va a ser negativa. A nadie se le escapa que Moncloa vería con simpatía, incluso con especial interés, que se tomara alguna iniciativa que hiciera perder audiencia a Pablo Motos.

Broncano y su “fichaje” fue el detonante que hizo explotar una situación imposible por el enfrentamiento que se vivía en Prado del Rey entre la presidenta interina Elena Sánchez y el director de contenidos José Pablo López.

Los dos accedieron al cargo tras el cese -dimisión del antiguo presidente del ente público, José Manuel Pérez Tornero, a quien el Gobierno quería relevar porque no se sometía, o no se sometía suficientemente, a las indicaciones del equipo de Moncloa. Para designar a Elena Sánchez el Gobierno hizo retoques a la ley para que la veterana periodista cumpliera los requisitos exigidos. El problema es que, desde el primer día, el choque entre López y Selena Sánchez fue de dominio público, abierto, y al sector de López se sumó el secretario general. Todos ellos querían tener mando en plaza, y el criterio de López respecto a la programación, no siempre coincidía con la de la presidenta interina. Con el paso del tiempo RTVE fue ganando en audiencia, para colocarse por encima de Telecinco, y López fue cobrando una fuerza que le hizo pensar que sus iniciativas de programas eran incuestionables.

De una red minoritaria a la pública

La contratación de David Broncano hizo saltar por los aires el difícil equilibrio, y la posición de la presidenta fue implacable. Por mucho que fuera una sugerencia o más que sugerencia de Moncloa, la presidenta no “veía” las ventajas del contrato, y en ese aspecto contaba con el respaldo de la mayoría del consejo de administración del ente. El precio le parecía abusivo, no estaba sujeto a ninguna cláusula ni compromiso de audiencia para garantizar su continuidad hasta los 3 años como pretendían López y Morales, y además el hecho de que perteneciera a la productora de El Terrat, de Buenafuente, con “falso directo “ -grabado pocas horas antes del programa- impedía que se pudiera hacer un mínimo control sobre un programa que se emitía a través de cadena muy minoritaria con seguidores fundamentalmente adictos a las redes sociales. 

Un programa descarado, con múltiples preguntas sobre la vida sexual y económica de los invitados y sus simpatías políticas, impropio de una cadena pública como RTVE. El choque de trenes parecía imparable, y Elena Sánchez se mantenía firme.

En esta segunda y complicada fase empezaron las presiones, comentarios transmitidos boca a boca sobre la actividad empresarial del marido de Elena Sánchez, dossiers sobre cualquier cosa que circulaban sin que su identidad se conociera o que sus datos estuvieran contrastados enardecieron aún más la situación y enardecieron los ánimos.

Elena Sánchez empezó además a recibir información interna sobre los programas “favoritos” del director de contenidos, con un episodio que la obligó a tomar decisiones sobre uno de ellos, el que presentaba Silvia Intxaurrondo, al que López le había encargado un programa para elegir “al mejor español de la historia”, además de continuar con su espacio de las mañanas, La Hora de la 1. 

Un conocido personaje se vio obligado a llamar a la presidenta de RTVE para pedirle que interviniera porque se le había incluido en una lista en la que no quería estar, y cuando se lo había transmitido a los responsables del programa que lo eliminaran, se habían negado a hacerlo. Elena Sánchez dio instrucciones precisas a los responsables, no se podía utilizar el nombre de una persona que no quería verse sometido al escrutinio y votación de los espectadores de un programa de televisión.

La guerra era ya abierta.

 Tan abierta, que se trasladó al consejo del ente público, que durante tres días estuvieron reunidos durante horas, con la sorpresa de que las votaciones sobre las propuestas que se iban presentando no tenían como resultado lo que suponía. Elena Sáncherz propuso la sustitución de López y consiguió el respaldo de los consejeros del PP pero también de Martín Medem, con muchos años a sus espaldas en los informativos pero también muchos años de militancia política en Comisiones Obreras, PCE y en Podemos. Insólito.

PRESIONES DE MONCLOA

Al día siguiente, los próximos al PSOE -tras una noche de llamadas telefónicas con presiones incluso de personas con despacho en Moncloa- se produjo una nueva votación, esta vez para promover el cese de Elena Sánchez, que ganaron los contrarios a la ya ex presidenta interina de RTVE. Pero también la del secretario general Morales, con lo cual, en 48 horas, el ente público se quedó sin la presidencia interina, el director de contenidos y el secretario general. Moncloa y la SEPI se encontraron con la cúpula de la radiotelevisión pública descabezada. Era indispensable nombre un nuevo o nueva presidente, y de nuevo se produjeron los problemas.

En pocas horas hubo que tomar decisiones a velocidad de vértigo, para impedir interferencias sobre lo que quería Moncloa pero también para que la presidencia tuviera titular antes de que se iniciara la Semana Santa.

Decidir si presidencia interina o en funciones, si rotatoria como propuso el PP pero en ese caso se hacía empezando por el consejero de mayor edad, la redacción del decreto … Y la idoneidad de la persona que había elegido Moncloa: Conchi Carcajosa. Con años en la casa, pero que había tenido una de las calificaciones más bajas cuando se convocó un concurso de aspirantes a la dirección general de RTVE. Con un inconveniente que inmediatamente se remarcó desde el PP: era militante del PSOE, como había reconocido públicamente. Nunca había estado al frente del ente un militante de ningún partido, aunque siempre se trataba de personalidades cercanas o afines al Gobierno o a sus partidos. Pero la militancia de Carcajosa ha sido uno de los puntos que más criticas ha recibido su designación como presidenta.

En los próximos seis meses presidirá la corporación. Seis meses en los que se celebrarán tres citas electorales de relevancia máxima para el Gobierno y para todos los partidos. Es una de las razones por las que en RTVE se haya vivido una semana de vértigo. A nadie se le escapa que la información que se transmita desde ese organismo puede tener una incidencia importancia en el resultado de las vascas, catalanas y europeas.

Conchi Carcajosa tendrá puestos sobre ella los ojos de millones de españoles que pondrán a prueba su imparcialidad y profesionalidad.

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