Opinión

TENGAMOS LA SEMANA SANTA EN PAZ

El afán de algunos dirigentes de Podemos por meter el dedo en el ojo ajeno es irritante, y estos días de Semana Santa exageran el postureo hasta tal punto que confunden laicidad con falta de respeto. Es más, llevan su defensa de la España laica, a lo que tienen derecho, a dañar los sentimientos más profundos de una gran parte de la sociedad española, incluidos un buen porcentaje de sus votantes.

España está plagada de ciudadanos agnósticos que sin embargo sienten una devoción sincera y profunda por no pocas Vírgenes y Santos que en Semana Santa recorren las calles de las ciudades españolas. Ciudades y pueblos, procesiones con pasos de enorme riqueza artística y miles de penitentes, o con humildes figuras transportadas a hombros seguidas de unas decenas de hombres y mujeres que les acompañan en el via crucis. Esas procesiones no hacen daño a nadie, son una expresión de sentimientos que cada uno define de una manera que ni siquiera es siempre religiosa, pero que se lleva muy dentro. La Semana Santa es por otra parte tradición y cultura, arte e historia, con gestos en muchos casos sorprendentes precisamente porque están muy alejados de las formas habituales eclesiásticas, y sin embargo son gestos sinceros. En otro aspecto también relevante, la Semana Santa es también un acontecimiento que atrae visitantes que dejan importantes ingresos.

Durante el gobierno de Zapatero ya hubo conatos de herir susceptibilidades, siempre con el argumento ridículo de la España laica. Menos presencia militar en determinadas procesiones, prohibición de rendir honores militares a las Vírgenes o Cristos, ausencia de autoridades… Afortunadamente la propia ciudadanía encontró fórmulas alternativas, bandas “civiles” para tocar el himno nacional o incluso desobediencia de las instrucciones recibidas, que se dejaron ir sin pasar a mayores.

Con la llegada de Podemos a algunos municipios, varios alcaldes han aprovechado la Semana Santa para hacer ver que mandan, que toman decisiones, probablemente porque hasta ahora han tomado pocas verdaderamente relevantes para los ciudadanos, más allá de anunciar de todo para no hacer nada porque los presupuestos, la ley, o la ignorancia sobre las consecuencias de sus actos, han impedido que puedan cumplir lo prometido.

El alcalde de Cádiz anunció que no participaría en ninguna procesión, solo acompañaría a su madre a una de ellas. El de Oviedo prohibió a la policía que escoltara a los pasos. La de Madrid dijo que nadie podía acudir como representante del ayuntamiento a la procesión de La Paloma de Málaga, hermanada a Madrid y que siempre contó con representación madrileña. Los ediles que viajaron a Málaga lo hicieron a título particular. Ada Colau y otros alcaldes catalanes prohibieron la presencia de veteranos de La Legión en las procesiones…

Tengamos la Semana Santa en paz. Que los políticos se dediquen a lo que se tienen que dedicar, en lugar de buscar la manera de herir a quienes expresan en libertad sus sentimientos.

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