Opinión

Café natural para todos

Cataluña, sus políticas y políticos regresan a la primera línea informativa. El “ja soc aquí” de Josep Tarradellas, pronunciado al regreso del exilio, resuena en su seguidor de ERC, Pere Aragonés. Tiene menos altura, sonríe más y habla en nombre de la ambición colectiva y con determinación democrática.

En la primavera de 1984 Tarradellas me recibía en su casa barcelonesa vestido de traje, pañuelo blanco con dos puntas luciendo en el bolsillo del pecho y modales de gentleman. Faltaban dos años para que Juan Carlos I le nombrara marqués de Tarradellas. Con aquella elegancia y distinción confesaba entonces: “Creo que la autoridad moral de los catalanes ha desaparecido porque para nosotros la piedra de todo es Madrid. La realidad es esta. Yo con Madrid tengo la siguiente teoría: los catalanes dicen siempre que los de Madrid no nos comprenden, no nos conocen, y eso es un error. Somos nosotros los que no los conocemos. Es una teoría especial pero yo siempre que hablo con alguien pienso que el otro tiene razón y yo no. Lo hago como exigencia a mí mismo, es una especie de autocrítica”.

Para un hombre que ejerció la presidencia en el exilio durante 40 años la verdadera cualidad íntima de la fuerza es la paciencia y salirse de los linderos de la sensatez y el buen gusto no se refugiaban en su forma de ser. No sé cómo hubiera respondido hoy ante una actualidad donde la Ley de Amnistía y Referéndum de Independencia galopan de nuevo en el territorio español con viento que empuja del noreste. Los que han prometido públicamente que volverán a cometer el mismo delito están en la cárcel y a decir del ministro de Justicia, Juan Carlos Campo, se aconseja ver los indultos con naturalidad después del golpe de estado del 27 de octubre de 2017. Lo natural hoy es como el café y sus variedades: expreso, doble, cortado, espumoso y siempre está la baja calidad del torrefacto que no tiene en cuenta la violación del orden constitucional, del Estatuto y tampoco de la legalidad vigente en España, como confirmó y sentenció el Tribunal Supremo. Natural también fue cuando Poncio Pilato consultó a gritos al pueblo y el clamor desprendido le llevó a liberar al ladrón, después de preguntar: “¿A Jesús o a Barrabás?”.

La figura de Tarradellas está más en boga que nunca. Simboliza el catalanismo pactista y que el diálogo lo puede todo. Era el tiempo en que Adolfo Suárez aprobaba el decreto de restablecimiento de la Generalitat de Cataluña y este año se cumplirán 44 años de aquel “ciutadans de Catalunya ¡Ja sóc aquí”. Una lección hoy para los defensores del lenguaje inclusivo banal. No dijo catalanes y catalanas porque, fuera de exilios farsa, como el de Puigdemont, Tarradellas llegaba con un concepto unitario de ciudadanía política. Confesaba esa primavera de 1984: “Siempre me negué a formar un gobierno en el exilio. El lema de mi política fue ‘Yo no hago el ridículo”.

Una lección de civismo plural en Cataluña y en España para Aragonés.

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