Opinión

La cosa vasca

El escritor y filósofo Miguel de Unamuno, de Bilbao y provocador, en su ensayo de 1906 “El pórtico del templo” sobre los avances científicos europeos y norteamericanos decía: “Que inventen pues ellos y nosotros nos aprovecharemos de sus invenciones “. Se refería a que la luz eléctrica alumbra tan bien donde se pone que donde se inventa. Hoy la filosofía se sabe que importa poco o nada y los ojos miran a éxitos que se envuelven con papel de innovación, investigación y desarrollo. Lo sabe bien el presidente Sánchez, que festeja sus 12 escaños vascos aminorando la importancia de los 38 diputados que suponen la mayoría en la Lehendakaritza; pero no celebra los suyos, sino que se hace cuerpo inseparable de los verdaderos ganadores, el PNV y EH-Bildu, ambos con 27 escaños, pero PNV bajando 4 y EH-Bildu subiendo 6. Números que le estimulan para dejar de lado el deterioro de las siglas socialistas, que cada vez le traen más sin cuidado.

Es ciclo del Sánchez que da gracias a su suerte y disfruta con reeditar la coalición que le permita tener presencia en esta Comunidad Autónoma donde la agrupación del condenado por apología del terrorismo y colaboración con ETA, Arnaldo Otegui, ha adelantado al PSE alcanzando su mejor marca histórica llegando al 32,48% de los votos, tan próximo al vencedor PNV de Imanol Pradales, con un 35,22% de los votos. ¡Lo que puede llegar a hacer un ataque de spray pimienta al sustituto y alumno de Urkullu tras un mitin en Barakaldo! Seguramente estaríamos en otra guerra y con otras declaraciones públicas de haberse dado unos resultados de empate total en escaños y votos.

Todas las caras han sido nuevas apuestas en este cartel electoral del 22 de abril y el resultado hace pensar en tiempos futuribles a los que llegarán sin prisa los independentistas del actual panorama. Cierta juventud, que ni interés tiene por la memoria histórica de lo que ha sido Batasuna, Herri Batasuna o ETA político-militar, mira para conseguir lo que vaya marcando el coordinador general de Euskal Herria Bildu, el Otegi licenciado en Filosofía y Letras tras las rejas carcelarias. Le vamos a ver menos porque lo suyo son las sombras y porque, aunque ha sido habilitado y blanqueado llega su tiempo de ejercer de coach con el elegido Pello Otxandiano, que ya ha interiorizado que ETA no fue una banda terrorista.

Unamuno, don Miguel, es de los vascos más conocidos. Uno de sus pasatiempos pasaba por la papiroflexia, ese arte de doblar hojas y conseguir hacer pajaritas de papel; incluso llegó a escribir un ensayo de setenta páginas titulado “Apuntes para un tratado de cotología”, palabra que se encargó de inventar porque no le gustaba papiroflexia y prefirió el sustantivo francés “cocotte”, para referirse al ave joven, y lo unió al sufijo -logia que da significado a estudio o arte. En ese afán de no impedir el vuelo se desenvolvieron desde Ignacio de Loyola, de Azpeitia; Blas de Lezo, el marino de Pasajes; o Juan Sebastián Elcano, de Guetaria; Gabriel Celaya, de Hernani; Dolores Ibarruri, de Gallarta; Pío Baroja, de San Sebastián; Blas de Otero, de Bilbao y también José Ignacio Goirigolzarri, presidente de CaixaBank; Martín Berasategui o Juan María y Elena Arzak, Karlos Arguiñano, Pedro Subijana y Anne Igartiburu. Todos conocedores del hecho en Salamanca de Millán-Astray, fundador de la Legión, cuando increpó el discurso de Unamuno a gritos de “¡Mueran los intelectuales!” él devolvió un “ganaréis, pero no convenceréis”. 

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