Opinión

Violencia vicaria. Lobos con piel de cordero

La justicia con la mala aplicación de la violencia de género ataca aún más a una parte herida de la sociedad

El inicio de curso marca diferencias por mucho que las vacunas vengan a igualar. Los hijos de madres maltratadas conviven intentando reconciliarse con un pasado donde reinó la serpiente de la enemistad entre los progenitores hasta que llegó el golpe de gracia que, con muchas razones y engañosos pretextos, les metió en una separación definitiva. La madre pierde la batalla y el niño pasa a convivir con el padre, algo que podría ser normal si hablásemos de una mala madre; pero como la estupidez es una manera de quedarse en lo obvio las preguntas liberan mientras las respuestas esclavizan. Ellos maltratan a la compañera, consiguen quedarse con los hijos aunque haya sentencias firmes por malos tratos u órdenes de alejamiento y se adiestran en foros donde hacen crecer su narcisismo. Los jueces no siempre hacen bien su trabajo y los hijos inician curso metidos en asignaturas paternales que provocarán fracaso, estrés, autolesiones, anorexia... y todo bajo la batuta del marido que demostró ser mal padre y ahora se llama El Salvador.

Muchos casos se van conociendo de mujeres avergonzadas que pensaban que sólo les ocurría a ellas. Han formado la Asociación M.A.M.I Violencia Vicaria para luchar contra un sistema que califican de corrupto. Nace para denunciar que la ley no se cumple, que se necesitan cambios reales, que un maltratador lo sigue siendo después de cinco años y que se presentarán como acusación. Quieren mostrar que un hombre que ataca verbal y físicamente a la mujer no puede ser buen padre pero sí un profesional en la utilización de los retoños contra la madre. Los ejemplos están en la calle: José Bretón que quema a sus hijos de 2 y 6 años. Tomás Gimeno que entierra en el mar a sus dos niñas. Ángela Carreño, que tras 51 denuncias de maltrato a su marido éste asesina a la hija. Estos y el resto de casos ocurrieron durante el régimen de visitas. El mecanismo criminal de los hechos se enmarca en la venganza por haber sido abandonados y el control y dominio que les queda está directamente relacionado con el cordón umbilical de aquella a la que humillaron, despreciaron, sometieron y doblegaron.

Cuando se condena a un hombre por violencia de género sólo se le atribuye maltrato a la mujer y no hacia sus hijos. Una asignatura pendiente que debería incluir que la madre siga teniendo información de los menores, algo que por Derecho le corresponde y no se da.

Simultáneamente al curso escolar comienza también el curso político. La Justicia con la mala aplicación de la Violencia de Género ataca aún más a una parte herida de la sociedad. Se precisa investigación y profesionales suficientes y comprometidos para agilizar los casos y conseguir desenmascarar al lobo con piel de cordero. Según estudios el futuro de estos niños tiene muchas posibilidades de verse repetido como patrón paternal. La Violencia Vicaria es cuestión de Estado. Olvidarlo es una amenaza más.

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