Opinión

Diálogo de congrios

Político: Hombre… buenos días.

Ciudadano: Buenos días… ¿Qué desea?

Político: Cuánto tiempo sin verlo. Qué alegría me produce volver a verlo. Cada vez le veo mejor. Bueno… usted siempre fue mi amigo. 

Ciudadano: Sí hace cuatro años que usted no me ve.

Político: ¡Caramba! Parece imposible que haya pasado tanto tiempo. Tiene usted buena memoria. Y aún se acuerda. Es usted muy inteligente.

Ciudadano: No se crea usted. Si fuese tan listo no estaría hablando ahora con usted.

Político: Y qué mejor que hablar conmigo. Yo puedo solucionar sus problemas en un abrir y cerrar de ojos. Fíjese que voy como candidato de este partido y como futuro alcalde me comprometo, le doy mi palabra, de que solucionaré cualquiera de sus problemas.

Ciudadano: Sí, claro, como la última vez.

Político: No crea. Seguro que me confunde con otro. Porque yo… soy un hombre serio. Soy un hombre de palabra.

Ciudadano: Ya, ya. No me diga más. Le repito… como la última vez. Y le ruego, por favor, que deje de mostrarme esa sonrisa. Bueno… supongo que es una sonrisa y no se estará usted riendo de mí. Vamos… quedándose conmigo.

Político: Dios me libre. Nosotros nos tomamos las cosas en serio, las estudiamos, las volvemos a estudiar. Luego las catalogamos, las repasamos, las meditamos, las examinamos, las enfocamos de la mejor manera y entonces proyectamos una solución.

Ciudadano: Tiene usted que disculparme porque llevo prisa y no puedo perder el tiempo.

Político: El tiempo no se pierde. Simplemente hemos de emplearlo en solucionar, en arreglar las cosas, en perfeccionar otras, vamos… en solventar.

Ciudadano: En las anteriores elecciones nos prometieron arreglar el tema del agua en el pueblo.

Político: Claro… es que las cosas llevan un tiempo. Hay que… 

Ciudadano: … ya, estudiarlas para solventarlas. Pero no arreglaron la plaza, ni trajeron el agua. Menos mal que nosotros somos más de vinos y de cervezas, ya ve usted.

Político: Pues cuando quiera cuente conmigo y meriendo en su casa de usted y, con confianza, charlamos. Ese puede ser el principio de una gran amistad.

Ciudadano: Que se lo cree usted apreciado chupóptero. Hará usted muy bien en venir ya merendado.

Político: Entiendo que desea usted que iniciemos un diálogo. El intercambio de opiniones es la mejor manera de solucionar todo.

Ciudadano: Y ¿qué le digo a mis vecinos de la construcción del puente prometido?

Político: Que cuenten con el puente con carácter definitivo.

Ciudadano: Y… para qué queremos puente si no tenemos rio.

Político: Eso no importa… les traeremos un rio.

Pero la historia, mal que nos pese, se repite de manera impertinente. La verdad es que la política favorece el medio ambiente. Todo se vuelve cordial y amable en el tiempo de las elecciones. Y nos hacemos con un montón de amigos. Y nos estrechamos las manos y al final terminamos convencidos de que solucionar algo es verdaderamente imposible y que además no puede ser.

Hace tiempo que eran famosos estos “diálogos de besugos”. En lugar de besugos les hemos llamado “congrios” a sabiendas de que este pez es semigraso y anguiliforme. Y nunca pretendas echarles mano, si son políticos, pues se te escurrirán entre los dedos. Vamos… digo yo.

Ciudadano: Bueno… señor pelma, si eso ya me lo pienso y decido.

Político: Y… ¿quién carajo… era este hombre?

Te puede interesar