Opinión

Laura te fascina

Las comunidades humanas, que tan bien estudian los antropólogos, han creado prototipos, leyes, normas, estatutos, reglamentos, ordenanzas, para controlar todo, incluso para el amor. Por eso hay normas que puedes estudiar en el Derecho Comparado sobre cómo amarse (de uno en uno) o de más, según el hemisferio. Ah… pero la “fascinación” se les ha escapado a ciencias tan censoras y reprochadoras. 

El verbo fascinar es libre, free, libertario y bastante anarquista.

Podemos, libremente, sentir fascinación por quien nos dé la gana. Bueno… mejor… por quien tiene ese atractivo que nos hace levitar y creernos los seres más felices de la tierra. Pues lo somos, qué caramba.

Tengo la sensación de que la palabra “fascinar” está en un nivel superior, incluso, al verbo “enamorar”.

Si buscas en el diccionario de la RAE, encontrarás que equivocan su significado. Ellos, los más sabios del idioma, la confunden, increíblemente, con engañar, alucinar y ofuscar.

 Cuando voy en el tren de las 18,30 y pasa perfecta aquella mujer pizpireta que es todo ternura, ingenuidad, con un ligero contoneo, con una sonrisa exacta, impecable, lúcida, con esos ojos que me atrapan en su tela de araña, y después con un gesto natural recuesta su cabeza sobre el número 16… yo, entonces, me siento embelesado, magnetizado y cautivo de ese momento maravilloso que tal vez mañana no podré repetir. Entonces la luz ya no va a ser la misma, ni se repetirá el traqueteo minúsculo de este tren tan moderno, y las palpitaciones de mi corazón ya no serán, como hoy, 130.

Porque eso es fascinar. Fascinar sólo es prerrogativa de los seres humanos. El paisaje puede sugestionarte, el museo de Prado maravillarte, una discusión perturbarte, un chorro de palabras huecas embaucarte.

Pero la chica de piel morena que pasa con habilidad lo que compro por el lector de códigos de barras y que, aunque está muy cansada ya, aún me sonríe… me fascina. No me engaña. No me ofusca. Eso sí, deja temblando mi alma. El alma ya sabes que es un gozo que se nos pone en la parte izquierda del pecho en el que las grandes firmas ponen su anagrama.

Uno de mis amigos me decía hace bien poco que había conocido a alguien. El pobre hombre intentaba explicarme de quien hablaba, pero no encontraba las palabras. Se conoce que le parecían pequeñas y ridículas para describirlo. Entonces yo, que no me las sé todas, pero sí algunas no por lo listo que soy sino porque la vida ha sido mi maestra particular… le sugerí la idea: “Te fascina”.

–Eso es -dijo y percibí que me agradecía tanta ayuda. 

Claro que, en el juego de la vida, es verdad que las sierpes, las culebras, hechizan al colibrí para atraerlo. Es verdad que alguien puede manejar su juego de lazos para atraparte. Puede seducirte porque eres un ser humano y como tal tienes un 80 por ciento de agua y un 20, al menos, de bobo. 

Por eso conviene que te miren con afecto un par de amigos y que de manera confidencial te cuenten la verdad. Es decir, si te ven encandilado, sugestionado, ofuscado, alucinado, engatusado, pasmado… o por el contrario si lo que ven en ti es un ser con un montón de jilgueros revoloteándote por la frente. Entonces, ya está claro: Laura te fascina.

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