Opinión

Os Trabazos, "Os Gaiterios do Castro"

Morriña, lluvia, camiño, pulpo, grelos, son algunas de las palabras que identifican a nuestra Galicia; seguramente seáis capaces de incrementar la lista con facilidad, y sin dudas muchos echaréis de menos otra de los grandes: la gaita gallega.

Buscaba hace días datos sobre reinas de las fiestas ourensanas y de manera repetitiva me saltaban referencias a la gaita. Véase como ejemplo este cometario de Luis Taibo en 1899 para La Idea Moderna diario de Lugo: "La Gaita altanera y orgullosa se basta por sí sola, sin necesidad de otros instrumentos, para alcanzar sus fines, si bien como verdadera señora y reina de las fiestas, lleva siempre su pajecillo, el Tamboril". Nunca hemos escondido nuestro aprecio por el instrumento, sin embargo muchos de los virtuosos de su uso, sorprendentemente han ido quedando en el olvido con el tiempo. Hoy, a modo de desagravio, al menos con algunos de esos grandes músicos, os cuento esta breve biografía de los que durante años fueron unos de los más solicitados gaiteiros de nuestra tierra: Os Trabazos. No nos confundamos y quede claro que no se trata de encumbrar a unos frente a otros, ya que todos merecen el mismo respeto; otro día os recordare a Os Trintas de Trives, O Ventosela, Os Caldeleses, Os da Teixeria, etc. Incluso no descarto atreverme a traer a estas páginas al gran Faustino Santalices; pero hoy, por la colaboración de mi amigo Francisco Amaro Castro, hijo de un Trabazo, le toca a estos.

Los aires de la montaña ourensana siempre fueron propicios para transmitir sonidos de gaita por toda Galicia. El momento de esplendor fue la primera mitad del siglo XX. Y precisamente ahí es cuando en Castro Caldelas nace a modo de cuarteto el grupo Os Trabazos; el nombre hace alusión a la parroquia de Santa Eulalia de Trabazos, donde nacieron los hermanos López Cereijo, Gervasio, Pascasio y Perfecto, quienes en 1910, junto a Teodoro "o Grasas" fundan el grupo.

Los orígenes musicales de los hermanos se remontan al periodo cubano de Gervasio, cuando después de haber conocido la isla durante la guerra de su independencia (1898), retorna a ella y encuentra trabajo en una banda municipal donde aprende a tocar. De allí “salta” a los EEUU y reclama a sus hermanos, a quienes consigue trabajo en las minas de cobre. En 1910, ya con unos conocimientos musicales aceptables, deciden regresar al Castro y crean el grupo.

Después de unos inicios titubeantes y algunos cambios en la formación, es finalmente en mayo de 1913 cuando tienen su bautismo de fuego, al ser contratados para las fiestas del Corpus ourensano. Su actuación en la Alameda fue todo un éxito que les abrió las puertas a su primer gran contrato: de Santiago les ofrecen compartir cartel con los ya consagrados Os Trintas en las Fiestas del Apóstol. Trabazos era en aquel momento el cuarteto más recordado: los hermanos Gervasio y Perfecto, junto a Manuel Fernández “o Anchiño” y Cesáreo Losada.

Son estos sus mejores años, toda Galicia les llama para sus fiestas. Lugo, Coruña y Ourense, principalmente disfrutan con su música a la menor ocasión. A pesar del buen momento, en el 29, para suplir la marcha de Perfecto que decide volver a EEUU, entra en el grupo Luis Amaro Freire (gaitero fundador del grupo Os Caldeleses, en ese momento inactivo). El caso es que la marcha de Perfecto fue más breve de lo esperado, y en 1931, con su regreso, se decide la transformación del grupo en un quinteto. Pasan aquí por otro buen momento, y por primera vez se desplazan a actuar fuera de Galicia. Es a Bilbao, invitados por los gallegos allí residentes que quieren celebrar las fiestas de Santiago. Es en esos años cuando llega al grupo Orlando, hijo de Perfecto, y de alguna manera supone la marcha de Luis Amaro y Manuel “o Anchiño”. Os Trabazos vuelve a ser cuarteto y al poco tiempo renace de nuevo el grupo Os Caldeleses. Esos vaivenes de la agrupación no afectan a su fama y siguen siendo imprescindibles en fiestas de Galicia y de nuevo se les llama fuera de ella, en esta ocasión de León (1935) y Asturias (Mieres, 1936). En esta ultima les coge la guerra y el grupo sufre directamente los efectos de esta: escapada a Barcelona, desconexión de Cesáreo, que es detenido en Asturias, etc. Lo grave fue la irreparable muerte de Orlando.

Estamos en el 40, en el Castro: Luis Amaro subsiste a pesar de sus problemas por ser reconocido socialista, y junto a Manuel “o Anchiño” rehacen Os Caldeleses, les acompañan Saturnino y Manuel Losada “o Pitila”. Al regresar, Perfecto se une a ellos y al poco tiempo, por ser más conocido el nombre de Os Trabazos, deciden recuperarlo, y a no tardar también recuperan a Gervasio con su clarinete. Esta sería la penúltima formación de Os Trabazos.

La muerte de Gervasio primero (1952), la marcha de Saturnino para Buenos Aires, intentan suplirse con la incorporación de Juan de Poboeiros, pero en el 55 fallece Perfecto y comienza a gestarse la disolución que, según el investigador Alexandre Rodríguez, se produce en agosto de 1956.

Un grupo de apasionados por la música que sin apenas medios fueron capaces de tocar y componer música gallega. Me cuenta el hijo de Luis Amaro, Francisco Amaro Castro, que uno de los grandes secretos de Os Trabazos era su gaita de llaves, que les permitía notas para otros imposibles. Sea cual fuera la causa, alcanzaron prestigio y llevaron su arte por varios puntos de España. Lo que les faltaba era cruzar "el Charco", y eso de manera testimonial fue lo que consiguió Luis Amaro al donar al Centro De Castro Caldelas en Buenos Aires la gaita de Perfecto López Cereijo.

Este artículo es fruto de los datos de mi amigo Francisco Amaro Castro (hijo de Luis Amaro) y la imprescindible ayuda del trabajo hecho por Alexandre Rodríguez Álvarez en su tesis Os Trabazos de Castro Caldelas, para el Conservatorio Superior de Música de Vigo (2018). Que espero algún día se publique para dar a conocer a estos grandes músicos ourensanos.

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