Las técnicas publicitarias siempre han sido muy importantes para ayudar en la venta. Los fabricantes de chocolates lo entendieron desde el primer momento y estaban abiertos a cualquier opción que se les planteara. La que más huellas ha ido dejando para que llegara a nuestros días fueron las colecciones de cromos: escudos, trajes regionales, animales, futbolistas, coches... muchos fueron los temas que nuestros padres y abuelos pudieron coleccionar y ansiosamente buscaban en la chocolatina que no con poco esfuerzo conseguían que se les comprara.
Junto a las colecciones de cromos, proliferó otro tipo de colecciones, pero estas eran siempre con la libra de chocolate, las chocolatinas no daban para tanto gasto. Se trataba de pequeños cuentos, seriados o no, que el "tendero" daba en mano al hacer la compra, "Las aventuras del Gato Periquito", "Cuentos infantiles variados"... lo más frecuente era un cartoncillo con una ilustración alusiva que en el reverso llevaba el texto, pero en ocasiones eran ya auténticos cuentos de hasta 10 e incluso 16 páginas, cierto que de pequeño formato: 5x7 centímetros, pero... (de hecho en ocasiones eran los cuentos de Saturnino Calleja los utilizados).
Una de esas colecciones es la que me ha llamado la atención en estos días y hoy comparto con vosotros por su originalidad. ¡De como jugando, se puede aprender!
Fue en la década de los 20 cuando la editorial La Artística Española de Barcelona sacó una colección de libritos con datos básicos de las provincias españolas y se los ofreció a los chocolateros para que los utilizaran de reclamo.
El correspondiente a Ourense junto a estos dibujos tiene este texto:
Confina al N. con Lugo, al E. con León y Zamora, al S. con Portugal y al O. con Pontevedra. Es un cuadrilongo de 6.983 km2.
Es una provincia en extremo feraz dadas las condiciones de latitud en que se halla situada; abundante en carnes, pescados, frutas, legumbres, cereales, vinos; y su contextura pudiera llamarse anverso y reverso de una misma medalla, pues junto a elevaciones montañosas de más de 1.000 metros cubiertas por tanto de nieve casi todo el año, existen profundos valles y extensas y dilatadas riberas por las que corren el Miño, el Sil, el Avia y el Limia.
De esta provincia salen casi todos los afiladores que vacían los instrumentos de cortar. La capital, Orense, está situada a las riberas del Miño con un puente de 10 arcos; tiene 14.000 habitantes; es sede episcopal, tiene Instituto, Escuela Normal y Academia de Bellas Artes.
Son notables sus aguas termales llamadas las Burgas.
Son ciudades importantes: Carballiño, ciudad de 8.500 habitantes; Ribadavia (escrito con dos uves en el original) en la confluencia de los ríos Miño y el Avía, abundante en pastas y en vinos, lo mismo que las sabrosas y delicadas frutas, peras, castañas y avellanos; Monterrey , plaza de armas con minas de estaño; Xinzo de Limia; Celanova, en donde existe un monasterio modelo de arte bizantino de monjes Benedictinos; Puebla de Trives, que está en la carretera que conduce a la maragatería; Allariz, de 9.000 habitantes, situada en una pradera de tibio ambiente, es una linda población que abunda en almendras con las que se confeccionan las rosquillas famosas que llevan su nombre, muy buscadas por los que se precian de tener un gusto exquisito; y Viana del Bollo, que goza de sus aguas minerales.
He omitido varias faltas de ortografía que atribuyo sin duda a errores tipográficos; para que estos libritos pudieran editarse era frecuente que tanto el tiempo como los márgenes fueran muy escasos, dando lugar a errores de este tipo: Brugas por Burgas, Gumbo por Xinzo.
Tiene el cuento otras cinco páginas supuestamente con el “origen” histórico de nuestra ciudad, pero eso lo dejare para otro día, más que nada porque realmente se trata del relato de la llegada del héroe griego Amphiloco a Galicia y no de la fundación en sí de la ciudad.
En cuanto a la descripción de la geografía económica y física, quizás se pudieran hacer ciertas matizaciones, pero en líneas generales se acerca a la descripción de nuestra ciudad y provincia a finales del siglo XIX. ¡Bueno! quizás un poco pretencioso lo de la Academia de Bellas Artes, y los pescados se referirá a las buenas truchas y anguilas que tenía de aquellas el Miño.
Boix, Amatller, Juncosa, Orus… catalanes y aragoneses eran los reyes en estas lides de la publicidad “chocolateril”, sin embargo no los únicos. En la remota Galicia unos irreductibles ourensanos resistían... ¡perdón! Me dejé llevar... pero es que el tío Manolo y su padre se apuntaban a todas esas modas, en la ourensana fábrica de chocolates Nuestra Señora de los Remedios.
En mi época, media barra de pan y media de chocolate era lo suyo para la merienda; bueno, mortadela y salchichón también tocaban a veces.
