Opinión

Y ellos se juntan

El papel que contiene el acuerdo de gobierno entre el Partido Popular y Vox en la Comunidad Valenciana, apenas una cuartilla escrita por una sola cara, ofrece una idea de lo que de esa coalición puede esperarse, pero no tanto por su redacción ágrafa y pueril, esto es, por lo que desvela, como por lo que oculta. Y es que hay ocultaciones de una transparencia total, estremecedora.

Entre dos Carlos, el Flores de Vox y el Mazón del PP, se ha consolidado lo que con lo de Castilla y León podía haber quedado en uno de esos accidentes que las democracias sufren de vez en cuando, pero cuyas lesiones pueden curar con cataplasmas y emplastos de cordura en, como mucho, cuatro años. Menos duró en política Ruiz Mateos, y Gil, engendrado por el mismo sueño de la razón, algo más, aunque pareció un siglo por sus efectos devastadores. Sin embargo, esto de los Carlos valencianos, accionados por un Feijóo y un Abascal en sintonía, anuncia no un enojoso accidente puntual, sino una deriva. Y qué deriva.

De uno de los Carlos, el de Vox, Flores Juberías, se ha venido recordando su condena por amenazas y sevicias psicológicas a su exmujer. Eso fue hace veinte años, como cuarenta su candidatura por Fuerza Nueva, aquella facción del franquismo más franquista que el propio Franco, de modo que, más que recordar, habría que indagar qué queda en Flores de aquello. Pero no van a ser necesarias demasiadas pesquisas, pues el hombre, paradójicamente catedrático de Derecho Constitucional, nos lo va a poder mostrar en el Congreso de los Diputados, al que se presenta como cabeza de lista de Vox por Valencia.

El PP hizo el paripé, valga el retruécano, de vetarle como socio en el futuro Consell, pues, según su portavoz electoral, Borja Sémper, no se podía transigir con un ex-convicto por violencia machista, así es que Flores se irá a Madrid para, si los cielos no lo remedian, acordar allí con el PP, a lo grande, todo lo acordable y más. Hay, como se ve, vetos que vetan, como el de Díaz a Montero, y vetos que promocionan. De momento, de entrada, está esa cuartilla que parece escrita por un niño, pero leyéndola entre líneas cuenta la historia, tan alarmante sin duda, de la fusión reconciliatoria del PP con Vox.

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