Opinión

Mi amigo el cura

La mayoría de la gente trata de conseguir la mejor cuota de bienestar posible preparándose desde su infancia para competir en esa carrera por la "pasta", vamos a no andamos con rodeos, en la que prácticamente, participamos todos.

Todos, menos mi amigo el cura, como le llamamos en el club Rotario de Pozuelo que; habiendo conseguido entrar en esa élite intelectual moderna que copa los puestos donde consejeros, asesores, demás adláteres de esas grandes empresas e instituciones nacionales e internacionales se hartan, mejor dicho, se deberían hartar, chico, pero que no se hartan, no se hartan, oiga Vd., de ganar dinero, acaparando destinos y labores; se marcha, así por las buenas, a un país africano de misionero. ¡Toma ya!

¿Será también producto de la dichosa llamada de África? ¿Hará falta meter a Dios por medio? ¿Qué está pasando en ese continente donde las religiones, demencias y virus se alían con la sequía, plagas, guerras, epidemias, tiros y violaciones en nombre de sus respectivos dioses? ¿Será el brutal sistema que tiene la naturaleza, o quien sea, para regular la población africana? Tremendo. Por eso cuando alguien se atreve a preguntar "¿crees en Dios?", la respuesta más sensata sería otra pregunta: ¿en qué Dios? Porque, que yo sepa, nuestra religión no llega al 10% (si hablamos de practicantes, no alcanceremos el 5%) de los habitantes de nuestro planeta. Es decir, somos minoría.

Bueno, pues a pesar de todo, mi amigo el cura está allí. No sé por qué, tampoco me parece que él quiera entrar en demasiados detalles, sus compañeros intelectuales de carrera y oposiciones están forrándose apuntándose a todos los consejos de administración posibles, porque los intelectuales de ahora no son como los de los tiempos de Unamuno, Pío Baroja, Valle Inclán, incluso de Aranguren, García Calvo, etcétera, que dedicaban su tiempo a la enseñanza, conferencias y tertulias no, los de ahora, se dedican a ganar pasta, sencillamente, cuanta más mejor, así de simple, no sé porque han perdido el tiempo en estudiar y preparase tanto, podían haber ido directamente a los negocios.

Mientas tanto, mi amigo, tratando de arreglar África razonando con el Boko Haram de turno, para que no secuestre niñas de los colegios, ¡Señor! Debe ser algo así como tratar de razonar con el virus del ébola,

En una cena le dije que formaba parte de esas personas a las que admiro profundamente, las únicas, su vida no depende del mercado, todos los demás, estamos en él, nos dedicamos a lo mismo. Con más o menos eficacia, con más o menos éxito, con más o menos suerte, con más o menos dinero. Tal vez algún día podamos entender estos misterios, estas cosas, pero de momento seguimos sin entender nada, salvo aquellos que lo entienden todo y saben perfectamente que es lo que se tenía que votar en el referéndum griego, mientras pueden llamar terrorismo a una negociación. Terminarán por llamar negociación a la colocación de bombas en un tren o en un avión.

Nos vimos hace unos días, regresaba a "su África", las olas de calor de este mes de julio en Madrid parece que lo estaban reclamando. Nos dimos un abrazo. ¡Qué lejos estamos, ahora que no hay distancias! ¿De verdad vivimos en el mismo planeta?

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