Opinión

Aparcamiento de una estación sin trenes

Según leo en La Región, ADIF no encuentra un penitente para adjudicarle el aparcamiento de la abandonada estación de San Francisco. Algunas veces se impone la lógica. Normalmente, a los aparcamientos de las estaciones de ferrocarril se les llama disuasorios porque disuaden a los ciudadanos a dejar sus vehículos en esos estacionamientos y seguir su viaje en tren. Pero en la estación de San Francisco en Ourense se da una curiosa circunstancia: no hay trenes, mejor dicho, hay trenes pero no se paran y eso es un problema, porque lo esencial de cualquier vehículo, ya sea terrestre, aéreo o marítimo,  independiente de que sea más o menos rápido, es que se pare de vez en cuando en una estación, puerto o aeropuerto, después ya veremos lo que hacemos, porque si pasa a toda leche, como sucede en nuestras numerosas estaciones abandonas, es como si nada.

No cabe duda que a la hora de abandonar, somos unos campeones. Tenemos que reconocer que, cuando surgen encuestas de cualquier tipo, nuestra provincia no suele salir muy bien parada, pero si se hiciera algún concurso para encontrar al campeón del abandono, estoy seguro que estaríamos entre los primeros puestos, incluso,  campeones absolutos.

Tanto a nivel institucional; estatal, regional,  propiedades de la Iglesia católica, ejército, empresas públicas, etc., como particular, el abandono está a la orden del día, más evidente en el medio rural, donde fincas, bosques y construcciones de todo tipo se pueden ver totalmente abandonadas por toda nuestra geografía, incluso muy cerca de la ciudad, esperando que algún día se puedan convertir en el utópico y soñado solar que les permita lograr el tan ansiado pelotazo, cosa cada vez menos probable teniendo en cuenta el panorama demográfico que tenemos.  

El mejor ejemplo de este abandono lo podemos ver en las estaciones de ferrocarril que tenemos en la provincia y que en su día fueron una buena solución de transporte  para que los habitantes de los pueblos estuvieran conectados entre ellos y con la ciudad pero que, con la llegada del seiscientos, fueron quedando en el olvido, pero como todo va evolucionando, lo que en un principio funcionaba, con el paso del tiempo y por cuestiones de saturación del tráfico, aparcamiento y contaminación, ha dejado de ser la fórmula ideal para el transporte urbano.

Le comentaba el otro día a un viejo amigo carrocero, sin pretender hacer un chiste, que Eduardo Barreiros hoy estaría carrozando autobuses eléctricos para acoplarlos a las vías del tren y solicitar a ADIF  la explotación de las estructuras ferroviarias que tenemos abandonadas  en la provincia de Ourense,  en donde se podrían habilitar aparcamientos, estos sí disuasorios, invitando a los ciudadanos a que dejen sus coches en Laza,  Villar de Barrio, Baños de Molgas, Ribadavia, Carballiño, o Monforte, por ejemplo, y no tengan que venir a la ciudad por carreteras saturadas y en caravana sin saber donde aparcar, para ir a la Residencia, oficina, mercado, teatro, polígono industrial , Ayuntamiento o delegación de Hacienda o Industria.

Si pensamos que en cinco minutos, se podría ir desde el centro de la ciudad, esto es, desde la estación de San Francisco, a la de Taboadela si, en lugar de proyectos faraónicos y absurdos, hubiésemos continuado el trazado de la alta velocidad, prácticamente una recta, hasta San Francisco, a nadie se le ocurriría tener esta estación abandonada.  ¡¡Cuantos miles de toneladas de CO, combustible, horas y vidas perdidas nos hubiéramos ahorrados desde que empezaron los atascos en nuestras carreteras!!

Ahora que el tren, sobre todo por la contaminación, está compitiendo con ventaja incluso con el avión, (recordemos la campaña que se está haciendo en el norte de Europa en este sentido) aquí pasamos de él. 

Este año, Eduardo Barreiros cumpliría cien años. ¿No habría forma de que surgiera alguien que lo imitara? Ya veríamos como ADIF encontraría penitente para el aparcamiento de San Francisco.

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