Opinión

Apenas nada más

La vida es una sucesión de acontecimientos que van llenando las horas, los días o los años que pueda durar nuestra existencia en este mundo. Es una carrera en la que participamos todos y que a medida que van transcurriendo sus sucesivas etapas, vamos descubriendo aptitudes, aficiones, gustos, preferencias, simpatías, amores y odios. Desde muy temprana edad podemos ver la personalidad de un niño o de una niña, después, mientras se dejen, los puedes ir llevando por un camino u otro. Si los enseñas a rezar a un dios, su vida será completamente diferente a si los enseñas a rezar a otro/otros, o decirles simplemente que no hace falta rezar. Si le explicas que hay cosas por las que puedes morir o matar, tal vez le estás dando pistas para que sea un fanático o un imbécil, o las dos cosas.

Tengo un amigo que tiene un hijo al que le han dado lo que entendemos como una buena educación. Esto debe ser así, porque los otros tres hermanos que bebieron de la misma fuente llevan una vida que podemos considerar normal, han estudiado, uno lo hace todavía, y otros dos afortunadamente están ya trabajando. Pero el más pequeño, aún adolescente, ha venido con nuevas ideas. Para empezar, quiere cambiar el mundo, así, a palo seco, éste no le sirve. En principio no debiera ser un problema esto de querer cambiar el mundo; en cierta manera, lo hemos intentado todos, pero entre las diferentes formas que puedan existir para cambiarlo, ha empezado por la de apuntarse a todas las juergas, fiestas y botellones que por medio de su móvil, que echa humo, le comunican todos los días. Por supuesto que en todos estos saraos, el tabaco, alcohol, porros y demás están a la orden del día. En la lujosa urbanización en donde vive con sus padres en las afueras de Madrid, tiene muchos ejemplos de otros chicos y chicas de su edad que están intentando también cambiar el mundo, pero en la forma tradicional, esto es, estudiando, trabajando aunque sea de becarios, haciendo labores de voluntariado, practicando deporte, etc. Pero esto no le mola al gachó.

Sus padres están a punto de claudicar. A sus 17 años este hijo les está empezando a hacer la vida imposible, bronca diaria, no duerme hasta altas horas de la madrugada, enchufado al móvil y al ordenador y lo que es peor, está convencido de que tiene razón, estamos en un mundo injusto y él tiene soluciones para todo. El otro día me lo presentó su padre pensando que le podría echar una mano. Fracaso rotundo. Compadezco a los psiquiatras y psicólogos porque sus pacientes son los únicos que pueden negar la enfermedad que padecen. No imaginamos a un señor que llegue a la consulta de su dentista con un flemón y una muela hecha polvo diciendo que está perfectamente y el que tiene que arrancarse la muela es el doctor. Pues este niñato dice algo parecido, que le dejemos en paz, que está perfectamente y los que tenemos que cambiar somos los demás, como el que iba por la autopista en dirección contraria.

Tú mandas, le dije, de esta mierda solo salen los muy inteligentes, los demás sucumben, tú decides. Hubiera deseado que fuera chino, o ruso para no entenderle y poder decir: Sorry, mi no comprender. Pero lo jodido es cuando no te entiendes en tu propio idioma, no me extraña que los chinos se hagan los amos del tinglado con sus jeroglíficos. Pero. ¿qué piensas que es el mundo?, ¿qué piensas que es es la vida? Nosotros siempre supimos que esto era un “valle de lágrimas”. No cabe duda de que era un buen punto de partida, ya que si no llorabas, estabas en ventaja. Lo demás, poca cosa, una tarde de sol o de lluvia, un viaje, quizás una sonrisa, tal vez hijos o algún nieto y, en el mejor de los casos, “uma promesa de beijos/ dois braços a minha espera”... y que al final te cierren los ojos. Y recordando al amigo Aute: Y nada más, apenas nada más. Y yo añadiría, y nada menos, querido niño tonto.

De alguna manera tendré que olvidarte.

Te puede interesar