Opinión

Cosas que podemos hacer

Con el comienzo de un nuevo año, siempre nos hacíamos unos propósitos de lo que podíamos hacer para intentar mejorar nuestra vida y si era posible y compatible, también la de nuestros vecinos. Hablo en pasado, porque da la sensación de que ahora el personal tiene otros propósitos que van en dirección contraria; buscando la forma de incordiar, de molestar o de perjudicar a quien se ponga, iba decir a tiro, pero no, no, porque además, sería totalmente injusto, ya que tendremos que reconocer que, a pesar de todos los problemas, de tanta crispación, de tanta injusticia y de tanta delincuencia, las fuerzas del orden, a diferencia de lo que ocurre en otras latitudes, saben intervenir en los conflictos, sin hacer uso de sus armas, (con lo fácil que es matar con ellas) lo que no deja de admirarme todos los días y felicitarme de vivir en un país, es decir España, el conjunto del estado español, para entendernos, por si hubiera alguna duda, tan civilizado. Es uno de los numerosos milagros, sobre todo, el milagro de la santa paciencia, que se producen todos los días y que, por desgracia, no se dieron en el treinta y seis porque no estaban entrenados como lo estamos ahora, que nos permiten seguir respirando en paz, más o menos, pero pensando que, quizás los milagros, como todo, no son eternos.

El mal ejemplo que nos están dando nuestros políticos, siempre, claro está, con las excepciones de rigor, con sus broncas, mentiras, envidias, presiones y chantajes, que se extiende a sus partidarios y defensores en los medios de comunicación que, antes de hablar o escribir, ya sabemos lo que nos van a contar, que se convierten en auténticos fanáticos de sus postulados, repercute en las relaciones de vecindad y en cualquier grupo social; ya sea en el plano familiar, laboral o de amigos, se respira un ambiente de incomodidad, desconfianza y crispación que, por cualquier motivo, se origina una disputa que en muchos casos termina con insultos y descalificaciones impropios de gente civilizada.

También influye en este comportamiento el hecho de que, sobre todo los jóvenes, comprueban que la mala educación, el insulto, la provocación y la mala baba, en ocasiones pueden ser el camino para lograr unos objetivos que no lograrían estudiando o trabajando, y así, podemos ver como un mal músico, pintor, cantante o escritor, puede hacerse un nombre y lograr seguidores que están dispuestos a salir a la calle para defenderlos, a base de insultar con sus canciones, escritos o dibujos a las más altas instituciones, amparándose en el sagrado derecho de la libertad de expresión. Nunca la imbecilidad tuvo tantas oportunidades.

Por eso que debemos, sobre todo los políticos, hacer un ejercicio de las cosas que podemos hacer y de las que no podemos hacer, porque no está en nuestras manos el poder cambiarlas, aunque muchos se empeñen en que pueden intervenir en cuestiones que están en manos de dios, el destino, la naturaleza y vecinos. Por el contrario, hay muchas cosas que están en nuestras manos el poder cambiarlas y solo dependen de nuestra voluntad, mejor dicho, de nuestra fuerza de voluntad, el poder conseguirlo.

En primer lugar, en un sistema democrático, lo primero que tenemos que hacer es saber votar a quien nos va a representar en los órganos que van a decidir el rumbo de las cosas a nivel local, regional o nacional. La opción de no votar no debiera servirnos, porque, si estás en el censo, ya decides aunque no votes.

Reconozco que no es tarea fácil, porque ahora los que se presentan a representarnos, valga la redundancia, no lo hacen basándose en su preparación, honradez o sabiduría, no, no, qué va, quita, quita, es más, puede ser contraproducente, hoy tiene más posibilidades de salir elegido para que nos resuelva nuestros problemas de la vida cotidiana, el más “barallán” o la más “barallana” , el más televisivo, el más cachondo o el más chulo, da igual, da igual, pero los resultados no son los mismos, como es lógico, porque no es lo mismo que tu obra te la haga un buen albañil profesional, que uno que sea más simpático pero que no sepa poner un ladrillo, no es lo mismo que tu mecánico te haga una buena reparación, que te haga una chapuza, y no es lo mismo que tu cirujano te cosa bien y te cure, o que te mate, no es lo mismo, no es lo mismo.

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