Opinión

Dejar de fumar

Después de hablar por teléfono con un amigo, más bien hermano/compañero de toda una vida, más que nada por aquello de pasar control, esa especie de prueba de vida que, a ciertas edades, es aconsejable hacer con más frecuencia, variando la cadencia de las llamadas según la cuenta atrás que nos vaya quedando, me lo encuentro con una voz cansina y lastimera porque, según me cuenta, recién aterrizado de su viaje de Chile, está saliendo de una neumonía que lo trajo a mal traer.

Fumador empedernido, lleva quemado más tabaco que Lucifer leña en el infierno, le pregunto. ¿Habrás dejado de fumar? Bueno, me contesta, estoy en ello. No me lo puedo creer. Le recordé el sistema con el que desde hace muchos años yo dejé de fumar. Sé que hay muchos métodos, incluido la acupuntura, pero el mío es mucho más simple y sobre todo, más barato. Se trata de dar varios pasos, concretamente tres, por si les interesa a alguno/a, no falla. El primero, es dejar de comprar tabaco ya, desde esta misma mañana, así de simple, de momento, aparte del ahorro económico, te liberas de tener que llevar la cajetilla y el mechero con lo cual ya solo fumas cuando te invitan con lo que, si haces una vida social activa, como es el caso de mi querido amigo/hermano, terminas fumando casi igual, aunque al final te empiecen a llamar gorrón. Pero bueno, esto hoy no sería más que otro ejemplo del tan frecuentemente solicitado, ejercicio de la libertad de expresión, así que, ni caso.

El siguiente paso, es convertirte en fumador pasivo pero agradecido, es decir, renunciar a fumar directamente, rechazando incluso las invitaciones, pero participando indirectamente en la función fumatoria arrimándote a un buen fumador, si es de pipa mejor, que la cargue, comprima, la encienda, la chupe y la limpie por tí, pero que, al respirar en ese ambiente de humo, participas de esa dosis de nicotina y perfume que todos los fumadores desinteresadamente proporcionan a sus acompañantes sin que nadie se lo agradezca. Esto solo pasa con el tabaco, lástima que poniéndote al lado de una candente pareja de entusiasmados enamorados que están a lo suyo, o de un señor que se está beneficiando una buena chuleta de vitela o un centollo de la ría regados por un buen Ribeiro o Monterrey, no tuvieras también alguna forma de participar en sus respectivos festejos. Una pena.

El tercer paso, reconocer tranquilamente, sin acritud, que esto del tabaco es una cosa sucia, incómoda, que te produce acidez, te atrofia los pulmones y que encima -no deja de ser un trabajo- al tener que llevar los trastos, estar saliendo a la calle a todas horas, pidiendo permisos y perdón a los ciudadanos, en fin, toda clase de sacrificios por lo que el fumador, en teoría, merecería una retribución, y esto es lo que llevo haciendo desde hace años, ponerlo en valor, es decir, yo no fumo ya, pero si alguien, además de invitarme, me insiste, estoy dispuesto a fumar, pero si me pagan, como en cualquier trabajo. Excuso decir que ya no he vuelto a fumar porque sobre todo, desde que estamos con esta pertinaz crisis, el personal anda sin un duro.

Sé que esto es raro, surrelista, pero ese es el problema actual, que las cosas son así, surrelistas, tontas, incomprensibles para la mente humana y sobre todo, con muy mala leche. El otro día un conductor que había tenido la suerte, por casualidad, de haber llevado en Madrid a la reina Letizia cuando trabajaba en televisión, la pone a parir, es la libertad de expresión, decía el capullo. Una loca se pone a recitar un padrenuestro erótico. Un memo se hace famoso y cobra por ello, subiendo videos groseros e insultantes en Youtube. Algunos políticos diciendo y haciendo burradas pero también cobrando. En fin. Me acordé de W. Churchill y su famosa frase dedicada a aquellos pilotos de la RAF que con sus cazas Spitifire combatían a los bomabarderos alemanes en la segunda guerra mundial: “Nunca tantos debieron tanto a tan pocos”. Aquí podríamos decir algo así. “Nunca tan pocos cretinos han incordiado tanto a tantos españoles normales, educados y pacíficos que hacen que todavía sea posible la convivencia”.

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