Opinión

La democracia y la intransigencia

La democracia es la forma con la que intentamos corregir el sistema absolutista que rige en la naturaleza y todo lo que va en contra o por distintos caminos que los que marcan sus leyes, se convierte en una tarea muy complicada. La democracia se basa en el entendimiento y en el razonamiento entre los distintos grupos que componen una sociedad determinada y para conseguirlo no hay más remedio que ceder y respetar las posturas de los otros grupos.

Estamos contemplando estos días las grandes dificultades que tienen los distintos partidos políticos que, aún teniendo similares ideologías, no dan su brazo a torcer y no llegan a acuerdos para la formación de gobiernos autonómicos como en el caso de Extremadura o Murcia por diferencias en sus planteamientos, llegando a mezclar y confundir conceptos que durante muchos años no nos supusieron ningún conflicto. La gran mayoría seguimos sin entender porqué se monta un cirio pascual y se declaran posturas intransigentes hablando de violencia, que si violencia doméstica, de género, machista etc., cuando lo único que vemos es que en nuestra convivencia cotidiana, la violencia, en todos los sentidos y de todos los tipos, aumenta cada día.

La gran mayoría de los ciudadanos que no nos dedicamos a la política pero que sufrimos las consecuencias de lo que hacen las personas que hemos elegido para que nos dirijan, quedamos perplejos al observar el comportamiento intransigente, despótico y sin el mínimo respecto al mandato de sus electores que tienen algunos cargos políticos poniendo en peligro los acuerdos para llegar a formar gobiernos en sus comunidades.

Parece mentira que estos cargos que resultaron elegidos pero que no han logrado una mayoría absoluta no aprendan de los errores y fracasos a los que han llevado las intransigencias de unos y de otros, me da igual que hablemos de reyes, dictadores o políticos, todos nos han perjudicado con sus decisiones e intransigencias, sobre todo en estos tiempos en que están empeñados en regular todas nuestras acciones, toda nuestra vida.

Nunca entenderé como pueden tomar decisiones que tienen una gran transcendencia para todos, por poner un ejemplo relativamente reciente; Albert Rivera, que tuvo en sus manos, únicamente en sus manos, el poder cambiar el rumbo de nuestro país y que por su intransigencia y en contra del sentir de muchos, incluso de su equipo, no cambió de postura, al más puro estilo erre que erre. Supongo que ya nunca podrá olvidar y lamentar amargamente el resto de su vida el no haberse comportado de otra manera.

Por eso comprendo perfectamente las dudas de Alberto Núñez Feijóo, es lo menos que puede hacer una persona sensata; dudar.

 Para dictaminar, pontificar y profetizar ya tenemos los otros, las otras y los otres.

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