Opinión

Si fuéramos inteligentes

Si lo fuéramos de verdad, en muchas ocasiones, en otras no; los acontecimientos no dependen en absoluto de nuestra capacidad intelectual ni de nuestra voluntad, no nos pasarían las cosas negativas que nos pasan o suceden, como prefieran, porque la inteligencia nos llevaría a la prudencia y ésta, no nos dejaría tomar decisiones equivocadas que tal vez nos hayan provocado desafortunadas consecuencias, incluso fatales, esto vale para cualquier faceta de la vida; personal, sentimental, profesional, empresarial, etc. La mayoría de los fracasos, si los analizamos en profundidad, y muchas veces en superficie, simplemente, eran perfectamente previsibles.

Esto se nota en gran manera en la política, la actividad más difícil, porque es antinatural por excelencia, nada en la naturaleza es político ni democrático, donde podemos ver como no hemos logrado encontrar una fórmula para entendernos después de más de cuarenta años de vigencia de una Constitución que, a pesar de sus defectos, nos ha permitido vivir una época de libertad y prosperidad como no lo habíamos conseguido nunca pero que, a la vista de los acontecimientos, tendremos que reconocer que necesitamos seguir trabajando en ella para lograr un sistema que nos permita una convivencia pacífica entre todos, porque cuando hay incertidumbre y malestar surgen los exaltados de siempre que proponen soluciones drásticas que, a través de la historia, nos han demostrado que fue peor el remedio que la enfermedad y que después de sus arengas, proclamas, golpes de estado, invasiones o alzamientos, los resultados han sido catastróficos para los ciudadanos que han visto como la falta de previsión de sus caudillos les ha llevado a grandes catástrofes, miseria y muerte. Si Hitler hubiera tenido la suficiente inteligencia, hubiese podido calcular los fatales resultados que se iban a producir tras su alocada decisión de invadir Polonia e iniciar así la segunda guerra mundial. El pobre lo hacía con la mejor intención, él quería un mundo mejor, con hombres y mujeres más sanos, más fuertes, más atléticos, quería mejorar la raza, empezando por la suya, y conseguir una época de paz y prosperidad, esto en principio, parece una buena idea, pero por desgracia, no supo encontrar la forma de conseguirlo, al contrario, lo único que logró fue la desolación, la ruina para muchos años y millones de muertos.

Si fuéramos más inteligentes, encontraríamos la fórmula de no destruir el mundo que habitamos, conviviríamos en armonía con el ambiente que tenemos, elegiríamos acertadamente el sistema y las personas que nos guíen, como las aves migratorias eligen al líder que los conduce en el vértice de la bandada marcando el rumbo de su expedición, intentaríamos encontrar cada mañana los motivos suficientes para ilusionarnos con vivir en un mundo mejor, sabríamos hacer posible la convivencia en esos pueblos abandonados que otra gente estaría feliz de poder habitarlos, en fin, haríamos las cosas de otra forma, por eso no puedo entender como una persona, ya mayor, de los de erre que erre, que no ha sido capaz de evolucionar, que sigue como en el 36, que tiene menos futuro que una sucursal bancaria en el extrarradio, pueda decir que si volviera a nacer, volvería a repetir las mismas cosas que hizo, entonces ves que esto no tiene solución, porque todo es cuestión de inteligencia pero solo la naturaleza sabe cómo regularla y administrarla.

Si el presidente, el profesor, el jefe, el cura, el juez, o el alcalde, etc., fueran más inteligentes...

Si yo fuera más inteligente y tuviera más sabiduría y talento, escribiría un artículo que le gustara o quizás le entusiasmara y tal vez le ayudaría a ver con más optimismo y alegría el comienzo de este nuevo día de invierno.

Pero tenemos que conformarnos con lo que hay. Como diría Manolo Carballo; “para quen e o meu pai, chégalle ben a miña nai”.

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