Opinión

Impotencia

No puedo, no puedo, no pué! Pecador de la pradera, repetía con frecuencia el recordado Chiquito de la Calzada, todos lo entendíamos, nos hacía recordar la insignificancia de nuestros poderes para enfrentarnos a los problemas que nos afligen todos los días, en contraste con nuestros iluminados dirigentes que cada mañana, con la patente de progresistas que se adjudican en exclusiva, todos los demás son “regresistas”, (tendría que aceptarlo la RAE) nos hacen una exhibición de lo que son capaces de hacer con sus fantásticos poderes, como si de modernos súper héroes se tratara, aportándonos ingenuas soluciones para todo los problemas presentes y futuros. “Coitadiños”. (Podríamos traducirlo como: Pobrecitos). 

Porque ellos saben cómo controlar el coronavirus, la economía, el paro, el precio de los alquileres, los sueldos y todo lo que se ponga por delante. No hay un resquicio de duda, saben que con un estado de alarma de seis meses. ¿Por qué no un año? Se soluciona el problema de la pandemia. Saben que fijando el precio de los alquileres de la vivienda los van a bajar. Saben que subiendo los impuestos a los ricos van a recaudar más y cosas por el estilo, es decir, razonamientos simplistas, de cajón, que diríamos, pero después compruebas que las soluciones no son tan sencillas, todo se complica, todo es más complejo, como la vida misma.

Vaya por delante que no tengo ni idea, esto supongo que no haría falta aclararlo, de cómo podría enfrentarse el problema de esta triste pandemia del coronavirus que estamos padeciendo, pero se podría hacer algo muy sencillo; ver, imitar, copiar al pie de la letra, lo que han hecho otros países vecinos como Suecia, Alemania, Suiza, etc., que en ningún momento se les ocurrió confinar drásticamente a sus ciudadanos como han hecho nuestros actuales representantes de la “autoridad competente” (¿Será que habrán pillado el virus “coronafrancus”?) demostrando con ello un respeto a sus ciudadanos y a sus instituciones democráticas que no vemos por ningún lado en la forma de gobernar de nuestros actuales gobernantes que nos recuerdan, con el autoritarismo que destilan, a los más oscuros tiempos del franquismo y que encima, estos países y otros muchos, donde las recomendaciones han estado antes que las órdenes, multas e imposiciones, han tenido mejores resultados, tanto sanitarios como económicos, que nosotros. Es evidente que algo falla.

Ya está bien de tanto ordeno y mando a la antigua usanza. El que quiera salir, va a salir, siempre se podrá fabricar un “certificado” para enseñárselo al policía en el control. El que no quiera llevar la mascarilla, no la llevará, o la llevará mal puesta, o la llevará sucia, o aguantará un mes con ella en el bolsillo junto al pañuelo de los mocos y de los virus. ¿O también van a montar un laboratorio a pie de calle para analizar su higiene y eficacia del filtrado? ¡Cuánta prepotencia y cuánta ingenuidad en todo lo relacionado con la estrategia de nuestros dirigentes en la lucha contra esta tragedia del coronavirus!

En la pandemia, mucho más mortífera, de hace ahora cien años, (1918-1920) el virus mató a más de 200. 000 personas en una España que apenas sobrepasaba los 20 millones. Hagan cuentas. Las autoridades del momento eran más humildes, no tenían la soberbia ni las ingenuas pretensiones de las que actualmente nos gobiernan que se les metió en la cabeza el sí se puede y han terminado por creérselo, pensando que con sus controles, decretos y estados de alarma van a solucionar el problema, cuando lo único que logran es que los ciudadanos se alejen cada día más de la clase política y de sus instituciones, contemplando con resignación, tristeza y pesimismo el devenir de cada día.

Sin que el mérito se lo podamos otorgar a ninguna autoridad competente, señoría, ministro, partido ni laboratorio, el virus se está comportando moderadamente, al menos de momento: Con más del doble de infectados que en los meses de marzo o abril, está matando a muchísima menos gente. Tal vez esté ya un poco cansado de tanta muerte. Nadie se lo ha tenido en cuenta ni agradecido, (al virus) pero podría ser de otra forma, incluso al revés, hace lo que quiere.

¡Él sí que puede!

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