Opinión

Ese insoportable punto de estupidez

Tendremos que acostumbrarnos, está visto que la cosa no tiene arreglo, pero tranquilos, esto no es de ahora, siempre hubo suficiente cosecha de chistes malos,  en cualquier época,  ya se encargaba de recordárnoslo nuestro añorado amigo Xosé Posada;  o cambias de chistes o cambias de amigos, decía siempre. ¿Recuerdas Carmen?  Claro que lo recuerdas;  inolvidable, risas, cantos,  viajes, abrazos, ilusiones, vino, sueños, besos, besos,  recuerdos, recuerdos,   es todo  lo que  nos  queda  hasta el final de trayecto;  pero  es que ahora ya es algo habitual que surjan todos los días personajes que  proporcionan a nuestras  mañanas  ese punto, esa dosis de estupidez  que ya nos perseguiría  durante todo el día, eso sí,  casi siempre  tratando de hacer alguna  gracieta. ¡Vaya,  por los clavos de Cristo¡ que gritaría aquel viejo y represaliado profesor del colegio Bóveda de los años cincuenta en la alameda del  Concejo, seguro que el  compañero   sobreviviente  Norberto Tabarés  recordará perfectamente, recuerdos otra vez,  aquellas exclamaciones de Don Raúl,  mientras nos mostraba el papel higiénico  que traía del Liceo invitándonos  a ir al retrete, esa expresiva  palabra castellana que ya casi no se utiliza. Eran tiempos en  los que no se discutían los planes educativos, todo se hacía por los Principios Fundamentales y la gracia de Dios, tanto monta. 

Da lo mismo que el escarnio  proceda del carnaval canario,  donde un travestido se burla de los creyentes de la religión que profesa la mayoría de la población de  nuestro país,  como de la televisión vasca,  donde un programa que por lo visto  pretende ser humorístico, se permite llamar catetos y atrasados a todos los que les están viendo, o desde una revista  en cuya portada aparece el Papa, con los labios pintados y un pendiente al que llama en grandes titulares “putazo” y que su directora, una tal, Ingrid Beck, dice que no es insultante,  que es su sentido de humor,  simplemente una parodia, y que  ella trabaja con el absurdo,  acabáramos tía. Libertad, libertad sin ira, libertad de expresión,  bendita libertad, pero ojo, la estupidez  existe, oiga Vd., y está  agazapada y al  acecho para entrar en acción en cualquier momento sabiendo que siempre aparecerán  los Willy Toledo  de turno que  vendrán en su apoyo incondicional.

Bueno, es lo que hay, reconozco que  gracias a estas cosas,  esta gente tendrá  sus minutos de gloria y su nombre  logrará  esa notoriedad  que  nunca alcanzaría por los medios llamémosles  convencionales.  Con la edad vas entendiendo todo,  es una maravilla,  pero ¿Cómo  pasó tanto tiempo sin haberlo visto?  Antes,  estas cosas llegaban a indignarte, te daban ganas de contestar, de protestar, de gritar o de vomitar,  pero  ahora ya no,  es como lo de hijo de puta, llega un momento en  que  te acostumbras,  que incluso puede llegar a parecerte  simpático, y de suyo,  en ciertas circunstancias y con  determinados  acentos y compañías,  hasta  nos puede parecer  cariñoso. ¡Valiente hijo de puta, como te quiero, desgraciado/a!  Llévame a casa.

Cosas del lenguaje de los humanos,  estas son las ventajas que tienen  el resto de los animales, los llamados  irracionales,   que  no necesitan hacer la pelota, ni  hacer chistes, ni verdes ni políticos, ni esforzarse en parecer  simpáticos. Lo triste del caso es que estas cosas,  ya sea  en el carnaval, o en la televisión, por no hablar  de otros campos en los que no se busca el humor precisamente,  son ocurrencias de una sola cabecita, las demás se adhieren, simplemente, sobre todo si hay que llegar a fin de mes.  Sí Jefe, ha tenido una gran idea.

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