Opinión

Inteligencia política

Sabemos que la inteligencia es lo que nos distingue del resto de los animales, esos que llamamos irracionales, con los que compartimos nuestro planeta tierra. El que no tengan inteligencia nos proporciona una serie de ventajas que no tendríamos si la tuvieran, sabemos por ejemplo, que los podemos utilizar, si son de las especies que se dejan domesticar, sin que nos exijan unas mínimas condiciones de convivencia, sin tener que darle explicaciones sobre lo que tienen que hacer, lo que tienen que comer, o donde tienen que dormir, sin esperar ninguna recompensa por su trabajo o por su compañía, dependiendo únicamente de los principios, educación y sentimientos que puedan tener sus dueños.

Pero esto de la inteligencia es muy complicado, hay muchos tipos de inteligencia, todos conocemos a gente que es muy inteligente para una cosa y es muy torpe para otra. La naturaleza lo ha hecho así de complicado y a la hora de organizar nuestra convivencia no nos ha proporcionado las luces suficientes para que sepamos elegir a las personas encargadas de dirigirnos, parece ser que nuestra inteligencia política es la más precaria entre las diferentes inteligencias que nos ha adjudicado la organización de este tinglado.

No solo esto, si no que ha logrado que el error esté siempre situado en torno al cincuenta por cien; la mitad de los ciudadanos está segura de que su opción es la mejor, y la otra mitad está toda convencida de que la alternativa contraria es la única que puede solucionar los problemas, sabiendo que una de las dos opciones está equivocada. Es como si ante una ruleta la mitad apuesta por el rojo, y la otra mitad lo hace por el verde y las dos partes están seguras de que su apuesta es la acertada. Es un misterio. 

Como siempre pasa, la mitad se considera progresista, la otra mitad, conservadora. La mitad sabe que no hay que entrar en la OTAN, la otra mitad sostiene que hay que entrar. En Gran Bretaña, la mitad votará que hay que pertenecer a la comunidad europea, la otra mitad, siempre aproximadamente, dirá que hay que salirse. Está claro que una de las dos partes se equivoca, como la paloma de Alberti-Serrat que “Por ir al norte, fue al sur./ Creyó que el trigo era agua./ Se equivocaba”.

Próximamente tendremos que elegir obligatoriamente a nuestros representantes políticos, votando o absteniéndonos decidiremos que salgan unos u otros; no hemos sido dotados, por quien ha tenido la oportunidad de hacerlo, de los medios intelectuales suficientes para que tengamos unas mínimas garantías de que sepamos a quien otorgar nuestra confianza. Aproximadamente, siempre aproximadamente, eso sí, la mitad nos equivocaremos La naturaleza y vecinos han querido hacer las cosas así de difíciles, sus razones tendrá.

Hubo un largo y oscuro tiempo en el que, dadas las dificultades para organizar estos asuntos políticos, tratando de lograr un entendimiento entre los diferentes pueblos y habitantes de nuestro sufrido pais, en lugar de organizar unas elecciones, se organizó una guerra y de resultado de ésta, apareció un lider que se sintió elegido por otras instancias. La cosa era difícil y él lo sabía, le tenía pánico al sistema, a los partidos, a las campañas y a las elecciones. No te metas en política, aconsejaba a sus allegados. Como resultado de esta convulsa época, y durante muchos años, demasiados, no tuvimos que elegir a nadie, pero pasado el tiempo hemos podido comprobar que el único sistema digno que tenemos los ciudadanos para lograr un entendimiento, aunque sea precario, es el ejercicio de la democracia, a pesar de sus dificultades. No hay otra alternativa, mejor dicho, la hay, pero es peor, seguro.

Que si será un asunto complicado lo demuestra el hecho de que, incluso cuando nuestro líder era elegido por la gracia de Dios, tuvo muchos inconvenientes y se equivocaba. Como la paloma.

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