Opinión

La Manada, con el perdón de los lobos

Parece ser que en los tatuajes que llevan algunos de los cinco violadores de la joven  de diez y ocho años en los San Fermines,  y que estos días  están  siendo juzgados en Pamplona  se  menciona a los lobos, a modo de inspiración, como  referente de su comportamiento. Otra vez los lobos aparecen injustamente tratados  como símbolo de una conducta humana  aberrante. El hombre es un lobo para el hombre, decía  el clásico,  tratando de encontrar entre estos animales alguna comparación con ciertos  comportamientos humanos,  pero no estoy de acuerdo en absoluto con esta apreciación;  los lobos atacan en manada a sus presas y así pueden cazar animales mucho mayores que ellos, sí, totalmente de acuerdo,  pero ojo, lo hacen para comer, no para follar,  para esta función luchan entre ellos para decidir quien se lleva a la vecina en celo,  no se reparten a la hembra por turnos, ni la sortean al cara o cruz.  El que cinco fornidos jóvenes se pongan de acuerdo para acorralar y violar a una joven indefensa en un  solitario portal a altas horas de la madrugada,  no es cosa de lobos,  es cosa de imbéciles y solo la imbecilidad humana puede dar origen a comportamientos como éste. 

Aunque la víctima lo consintiera, entre otras cosas, y por muy  rayados  que estuvieran,  hay que ser muy guarros para hacer algo así. Por eso  en lugar del tradicional  "homo  hominis lupis” de Plauto y Hobbes, sustituiría eso de,  el  hombre es un lobo para el hombre,  por;  el  hombre es un imbécil para el hombre, simplemente;  la cosa debe quedar  entre nosotros,  entre los de nuestra especie, la única en la que se pueden producir acciones aberrantes como esta, no mezclemos a los lobos en estos  criminales fregados, bastante tienen ya  con las ovejas  y con las Caperucitas.  Perdónenos, hermano lobo. Por favor.

Porque la naturaleza, o quien haya hecho el proyecto y diseño, ha cometido un error de base, elemental, de principiante,  perdóneme que se lo diga con toda claridad al tiempo que humildad Jefe,  Jefa,  Excelencia,  o lo que proceda;  con el mayor respeto y admiración que merece su  grandiosa obra, pero tenderemos que admitir que estamos ante lo que técnicamente podremos  llamar perfectamente,  un defecto de fabricación;  porque lo que no se puede hacer es igualarnos  en cuanto al objetivo final que, no nos olvidemos, es la reproducción,  y que para conseguirlo  le incorpore  los alicientes, el instinto,  deseo  y  pasión que lleva consigo toda jodienda clásica de cualquier animal, racional o irracional,  y después,  adjudicarnos en exclusiva,  solo a los humanos,  el componente de imbecilidad necesario para realizar actos  tan despreciables como estos;  cosa  que no  saben, ni pueden, ni quieren hacer  los que no alcanzan  ese nivel de imbecilidad necesaria e imprescindible para poder ejecutarlos.

Podremos  diseñar un coche para que vuele, pero nunca llegará a su destino si no le incorporamos los elementos característicos de un avión,  por eso que cuando volamos con los coches  tiene nefastas  consecuencias.  Compartimos planeta,  y en diferentes proporciones;  genes,  aptitudes, necesidades, apetitos y  funciones con distintas especies  de animales a  los que calificamos de irracionales porque no razonan, aunque a veces tengan  mejor vista, mejor olfato,  tal vez  sean más veloces, más fuertes o más simpáticos,  pero no razonan, amigo, no  tienen la inteligencia de los humanos para poder hacerlo,  pero cuando el uso de esa inteligencia no es el adecuado,  el  pobre “homo sapiens” se convierte en una especie de animal  despreciable que puede superar en crueldad y miseria a cualquier otro, independiente de las patas  y habilidades que tenga,  porque sobre todo, ha descubierto lo fácil que resulta matar a un semejante,  aunque sea más fuerte, porque ha inventado utensilios que se lo permite sin tener que escornarse dando cabezadas  hasta la extenuación,  y le da igual matar por dinero, que por placer, por odio, por una patria, por un dios,  por una borrachera o por un calentón, le da igual, pero en el fondo tiene una disculpa; ha salido con un defecto de fábrica, tal vez científicamente programado,  y no tiene garantía.   

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