Opinión

Medicina preventiva

Tengo un amigo que se le ocurrió consultarle al médico unas pequeñas molestias y sin más preámbulos lo metieron “padentro” en la Residencia de la S. Social tratando de encontrarle posibles averías. Ya le han explorado los altos, los medios y los bajos, le han hecho pruebas y análisis, tomado la tensión, analizado la glucosa y comprobado el colesterol buscando señales de alarma. A ciertas edades cualquier consulta sobre el estado de salud puede terminar de esta forma porque son tantas las posibilidades de no cumplir con los mínimos sanitarios exigibles que lo más probable es que te apliquen el artículo 155 medicinal y te dejen en el dique seco por unos días, porque si no son las insuficiencias, son los excesos , si no son las cervicales, son las transmisiones, si no son los olvidos, son los recuerdos, si no son las ansias son las desidias, y si no es el corazón, es el alma, pero siempre te vas a encontrar con algún problema; dolores, cansancio, ansiedad, nostalgia, insomnio o soñolencia, qué se yo, da igual, pero algo vamos a tener, seguro. Esto es lo que pasa cuando se nos va acercando la fecha de caducidad. 

Hablé con él y estaba muy contento y animado, decía que, de momento, el único problema que veía es que iba a engordar un poco porque se come muy bien en la Residencia sanitaria ourensana, así que ya se había hecho la idea de pasar allí el puente de la “Inmaculada- Constitución”. Esto de la sanidad es un ejemplo más del milagro español ya que, a pesar de que hay una parte de la población empeñada en cargarse todo lo que funciona, afortunadamente, la mayoría de las cosas van marchando porque increíblemente, iba a decir, milagrosamente, en el día a día, la vida va transcurriendo sin grandes contratiempos porque sigue habiendo gente profesional que no sabemos si son de derechas o de izquierdas, si son de allí o son de aquí, si hablan un idioma u otro, no nos cuenta su vida, no nos venden nada ni nos sueltan discursos, no sabemos si rezan a un dios, a un santo o a un profeta , pero hacen su trabajo, cumplen con su deber y se van a sus casas tranquilamente cada día.

Estas son las bases de ese milagro protagonizado por la mayoría que llamamos silenciosa que, a fin de cuentas, con sus aportaciones en forma de consumo, impuestos, tasas y multas, es la que sostiene a esa otra minoría privilegiada de gente que vive en otra dimensión pero no en otra galaxia, a pesar de que lo pueda parecer , por las grandes diferencias existentes en todos los sentidos, porque no es normal que un político, alcalde, consejero o presidente de una empresa pública se asigne una retribución desorbitada sin que exista un baremo ni una lógica, y así te puedes encontrar algún cargo de una institución pública que cobra más, a veces mucho más, que el presidente del Gobierno. 

Esto no es fácil de entender, en un sistema de libre mercado se puede ganar legalmente todo el dinero que quieras y puedas pagando tus impuestos, simplemente, desde que te toque la lotería, hasta fundar una multinacional exitosa, son múltiples las formas que hay para hacerse millonario, pero todo el que gane dinero procedente del erario público, desde la casa real hasta el que cobra el subsidio del paro, tiene que estar sometido a un control exhaustivo. No es normal que un alcalde, un director general o consejero de una empresa pública, presidente de una comunidad o de una institución, pueda entrar a saco en esa caja de donde cobran también los necesitados. Según está regulado perfectamente el salario mínimo, aún siendo una relación privada entre un empresario y un trabajador, debiera estarlo con mayor motivo la retribución de los que cobran del erario, de esta forma evitaríamos que un policía local se le asignen discrecionalmente una retribución superior a la de un funcionario del estado equivalente, que un presidente o consejero de una empresa pública cobre más que Rajoy, o que el de una comunidad pueda nombrar embajadores en carísimas embajadas. De locos. 

En fin, amigo, lo importante es que hayas pasado bien la revisión.

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