Opinión

Mientras dure la vida

La cosa está organizada así, qué se le va hacer, esto dura lo que dura, y lo de durar, como todos sabemos, tiene dos acepciones, una; en cuanto a la dureza en sí, vamos, la de la escala de Mohs, esa del talco al diamante, y a su vez, dos connotaciones; una positiva; hay cosas duras que cuanto más duras, duras estén, mejor, y no hace falta entrar en más detalles ni buscar ejemplos clarificadores, y otras negativas: este filete está más duro que una suela, o este tío es duro de mollera, y así.

En cuando a la segunda acepción, la cronológica, que no necrológica, aunque con los años las dos… “xa me entendes”, el asunto está claro; hay cosas que duran más tiempo, y otras que duran menos, en esto supongo que estaremos todos de acuerdo, aunque tal como están los tiempos, puede aparecer rápidamente quien lo discuta, pero la verdad es que todo tiene su principio y su fin, bueno, menos la estupidez que, como decía Einstein, es infinita. 

La vida de los animales, tanto racionales como irracionales, está sujeta a muchas circunstancias y en especial, la de los humanos, además de esas circunstancias, también está sometida a otras condicionantes, dependiendo de donde nazcas y donde vivas, casi todas ellas con la intencionalidad, más o menos disimulada, de que a partir de un cierto tiempo, vayas ahuecando, es decir, te dirijas cuanto antes a la otra dimensión, no sé si me explico.

Mi antigua mutua sanitaria de toda la vida del colegio de abogados, MUSA, creo que se llamaba, nos subió muchísimo el recibo para que nos fuéramos, al observar que en casa seguíamos vivos una vez rebasados los setenta. En Holanda, los políticos de turno, parece que han planeado legalizar una pastillita letal para los mayores de setenta, otra vez a vueltas con los setenta, que estén “cansados de vivir”, eso leí por algún sitio, pero bueno, también puede ser una “ fake” de esas tan de moda, dada la estupidez reinante, lo que sí resulta evidente es que hay un afán eutanásico o así, en general, mires por donde lo mires. 

Pero yo rogaría que, mientras dure la vida, déjennos con nuestros recuerdos, con nuestros sueños, nostalgias, manías, suturas, achaques, pastillas y tal vez proyectos, aunque sean a corto plazo, porque lo bueno si breve… Con la esperanza de que algún día, de igual manera, el médico le pueda decir a nuestro hijo/a, recordando a este sublime manchego enamorado de Ourense que recientemente nos ha dejado, también a los setenta, José Luis Cuerda.

“Se me está muriendo divinamente, lo juro. De los años que llevo de médico nunca había visto a nadie morirse tan bien como tu padre. Qué irse, qué apagarse, con qué parsimonia…” 

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