Opinión

Navidad en tiempos revueltos

Todo cambia, hasta las treguas de Navidad que en las antiguas guerras eran sagradas, como aquella célebre de la primera mundial en el año 1914 cuando los soldados alemanes iluminaron sus trincheras y comenzaron a cantar su célebre “Noche de paz”, a lo que los soldados ingleses que tenían enfrente en el campo de batalla respondieron también con sus nostálgicas canciones en aquellas trágicas circunstancias que no impidieron que por unos horas salieran de sus refugios e intercambiaran saludos e incluso se pusieran a jugar un improvisado partido de fútbol. Ahora parece que la llegada de estas fechas de recuerdos y nostalgias, inspiran el efecto contrario y estos fanáticos de uno u otro bando, de una u otra religión, de una u otra locura, aprovechan la llegada de la Navidad para poner a punto los coches bombas o sus niños kamikaces para hacerles estallar sus cinturones explosivos sembrando el terror en plazas, calles o Iglesias, no tenemos más que recordar las víctimas que dejaron los últimos atentados de la semana pasada en Egipto, Nigeria, etc.

No es extraño que ahora ya no se compongan villancicos y sigamos cantando los de siempre porque a nadie se le ocurriría hoy decir por ejemplo, que un pastorcillo va hacia Belén y menos tocando un tambor, porque todos le diríamos que escapara lo antes posible de ese camino y se dejara de historias y se pusiera a resguardo lo antes posible porque le van a dar de leches por todos los lados, ya sean los fanáticos de un dios, de un país, de una región, o de un equipo de fútbol , el motivo es lo de menos, el caso es que la violencia se ha ido imponiendo en detrimento de esa civilización soñada que todos deseábamos desde que ese niño naciera en aquel humilde portal en compañía de sus padres, de un burro y de una vaca.

Tampoco a nadie se le ocurriría hoy aquello de “Dime niño de quien eres todo vestido de blanco, soy de la Virgen María y del Espíritu Santo” porque no lo entenderían ni los niños ni los mayores y no vayan a pensar que no me gustan los villancicos, al contrario, me encantan, pero habrá que reconocer que las circunstancias actuales no son propicias para entender sus mensajes, como por ejemplo, “resuenen con alegría los cánticos de mi tierra” porque ya no tenemos claro ni los cánticos ni siquiera algo tan elemental como la tierra, porque te puedes encontrar con que para algunos, el concepto de tierra, patria y similares lo pueden confundir con el viento, las nubes y la aurora boreal, y entonces ya no quieres que te expliquen, ni que te razonen, ni que te canten, ni siquiera un villancico, no sea que a tu lado se encuentre algún radical extremista que se sienta ofendido, y entonces te apuntas al no sabe , no contesta, porque temes equivocarte y ya con lo único que te quedas es con que la Nochebuena se viene, la Nochebuena se va, y nosotros nos iremos y no volveremos más y entonces, me cachi en la mar salada, te das cuenta que esto no tiene arreglo porque, entre otras cosas con tantas ofertas, oportunidades, preferentes, variaciones y variantes, ya no somos capaces de ponernos de acuerdo ni para encontrar el mejor camino para ir de un punto a otro, aunque al final suelen imponerse las cosas sensatas. Aunque no siempre.

 

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