Opinión

Ni siquiera dudan

Lo que más me impresiona de los discursos políticos es la contundencia de sus afirmaciones, da igual que sean de un partido o de otro, de una ideología que de otra, de una señora o de un caballero, da igual, todos saben lo que hay que hacer, todos saben cómo solucionar los problemas que se nos presentan todos los días por la mañana temprano, cuando, pasado un tiempo, compruebas que ni unos ni otros han dado con la solución acertada.

Estos días se cumplen tres años desde que comenzara la pandemia del coronavirus que tanto ha cambiado nuestras vidas y que tantas dudas han generado en cuanto a los sistemas ensayados para combatirla. Lo más triste de esta situación es que los responsables que han tenido que tomar decisiones nunca han dudado, ni menos se han arrepentido, de cualquiera de ellas, aunque, con el paso del tiempo, podemos comprobar que no fueron las más afortunadas.

 ¿Cómo saber algún día que tenernos encerrados en nuestras casas durante tanto tiempo, haya sido eficaz para controlar la pandemia, cuando en otros países que no han tomado tan drástica medida (Suiza, Alemania, Suecia, etc.) no han tenido peores consecuencias ni más víctimas? 

¿Cómo estar seguros de que ha sido acertada dar la orden a la Guardia Civil de perseguir a un montañero con un helicóptero o detener a una chica que paseaba por un parque, para recluirlos en sus casas? Pues estas burradas y otras parecidas se hicieron en nuestro país durante esa pandemia sin que nadie se haya tomado la molestia de disculparse ni mucho menos de pedir perdón.

 No me extraña que se acuerden de Franco, ni él ni su “autoridad competente” lo harían con más contundencia ni con más falta de respeto hacia los ciudadanos. 

Es posible que el coronavirus se haya ido, hasta que vuelva algún día, dentro de cincuenta, cien o de doscientos años, vete tú a saber; la naturaleza tiene sus tiempos, como con los volcanes o los terremotos, aparecerán cuando les pete, ya nos lo contarán los periódicos. Esto no está en la agenda 2030 o 2050, pobres, no sabemos nada, pero seguimos afirmando, seguimos ordenando, seguimos legislando. Ya sabemos cómo solucionar la violencia, la transexualidad, la violación o lo que se nos ponga por delante, ya solo nos falta regular la imbecilidad, la estupidez, los volcanes y los tsunamis, lo estamos estudiando.

Lo más impresionante es que en ningún momento se les ve que tengan un conato de incertidumbre, nada, nada. El problema está en que después, los resultados vienen a confirmar, una vez más, que la ignorancia es muy atrevida.

Increíble, tía, tío, tronco. Ni siquiera dudan.

Lo de pedir perdón está de más, en eso son muy naturales. En la naturaleza no se pide perdón.

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