Opinión

Solo fue la falta, o escasez, de inteligencia, Señoría

Soy culpable, pero no era esa mi intención, señoría; solo buscaba que se hiciera justicia, solo pretendía que los abusadores, explotadores, violadores y demás indeseables que revolotean por ahí, tuvieran su castigo, pero no supe hacerlo mejor, no tuve el nivel de inteligencia suficiente que me pudiera advertir de lo que podría pasar después. 

También le pasó a Hitler, señoría; tampoco tuvo el nivel de inteligencia suficiente que le permitiera calcular los desastres a los que iba dar lugar aquella fulgurante invasión de Polonia que dio lugar a la II Guerra Mundial, el pobre también quería organizar un mundo mejor, a su manera, eso sí, pero la falta, o escasez de inteligencia, señoría, no le permitió prever sus consecuencias. 

A Putin le está pasando lo mismo, señoría, está visto que los humanos no aprendemos, el “coitado” (pobre, en gallego) pensó que en unos días resolvería el antiguo contencioso que tenía con Ucrania, lo que nunca se imaginó, por esa dichosa falta de inteligencia, señoría, es que esa guerra iba a producir más de doscientos mil muertos antes de un año. Eso nunca se le pasó por la imaginación, pobre, porque el tío parece simpático, estoy seguro que nunca hubiera decidido iniciar esa invasión de saberlo, pero ahora es tarde, princesa… o señoría.

Este déficit intelectual está a la orden del día. Sin ir más lejos, yo he tenido ocasiones, doy fe, y tal vez tú también, amigo/ amiga, en las que, de haberlo previsto, que, a toro pasado, no era tan difícil, hubiéramos actuado de otra manera; compraríamos otro coche, no iríamos a aquella fiesta, no comeríamos aquel marisco, no pondríamos aquel negocio ni compraría aquellas acciones, por no meternos en otros campos ni en otros jardines. Por eso es urgente que vengan cuanto antes las máquinas de la inteligencia artificial y nos ayuden a tomar decisiones que impidan que se puedan producir estos estragos.

Por ejemplo, metiéndole todos los datos a un programa, con todos los elementos que van a intervenir en una actuación determinada, ya sea una amenaza, una guerra, una ley de libertad sexual, la ley trans, del aborto, de la eutanasia, etc., o incluso para cosas tan simples como calcular bien las medidas para que un tren pueda pasar por un túnel, o tomar con la precisión y precaución debida la próxima curva que nos vamos a encontrar en la carretera, nos pueda adelantar las consecuencias desastrosas que nos va a traer nuestra actuación, si no hemos procedido con la preparación, prudencia y responsabilidad necesaria.

Al margen de otras creencias y suposiciones, parece ser que procedemos de los monos, sí, queridos, esos mismos que siguen haciendo monadas, pero que hemos tenido la suerte, en principio, de ir evolucionando a través de los siglos y alcanzado un nivel de inteligencia que nos ha permitido distanciarnos de ellos. Pero a bote pronto, no hace falta tener mucha inteligencia para comprobar que ese nivel logrado, no es suficiente, es más, en muchos casos es contraproducente, porque, por ejemplo, tenemos el nivel suficiente para fabricar un coche y conducirlo, pero no lo tenemos después para no ver las consecuencias que nos puede traer si lo conducimos borrachos, que tampoco parece muy difícil poder adivinarlo. 

Por eso es tan complicada nuestra convivencia. En cualquier reunión, en cualquier comida, surge la discusión. Nos hemos contagiado de los políticos que se han adueñado de términos que son genéricos, que son de todos. ¿Quién no es social? Los monos son sociales, viven en grupos, como otros muchos animales que calificamos de irracionales. Admito esta distinción entre racionales o irracionales, de acuerdo, aunque en muchos casos te puedas entender mejor con alguno de estos últimos, pero no aguanto la estupidez de decir nosotros los socialistas, los progresistas, dirigiéndose con desprecio a los contrarios. ¿Pero quién no es socialista? ¿Es que acaso vive solitario en una caverna, o en una isla desierta? Bueno en este caso, ésta o éste, no lo serían. ¿Quién no es progresista? ¿Acaso no tiene móvil y sigue viajando en diligencia? No, verdad, entonces es que ha progresado. En cualquier reunión, o en cualquier carretera, no sabrás nunca quien es de derechas o de izquierdas, conservador, progresista o “regresista” lo que sí sabrás enseguida es quién es grosero o maleducado. Las demás distinciones quedan para ellos; las políticas y los políticos, viven de eso y viven bien. 

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