Opinión

Un artículo de mierda

Solo un imbécil, cretino, memo o similar, puede titular un artículo con este encabezamiento. En tiempos no tan lejanos estas cosas no pasaban porque el respeto, la prudencia, educación, censura, o en su caso, la que te enguiñaba el cabo de guardia del cuartel de la guardia civil más próximo, se encargaban de que los imbéciles no se manifestaran ni menos, se exhibieran; pero ahora, amparados por el sagrado derecho a la libertad de expresión, proliferan por doquier, (ojo, y no solo en nuestro país, no tenemos más que ver lo que está pasando en Rusia, con el fenómeno gamberro de las “Pussy Riot”), una serie de personajes que han visto la forma de compensar sus carencias artísticas en su faceta de escritor, humorista, pintor, fotógrafo, youtuber y vecinos, recurriendo a la provocación y al insulto, tratando de encontrar el prestigio y la notoriedad que por los cauces normales nunca hubieran conseguido.

Un de estos “cafres” es el catalán Albert Pla, un autor totalmente desconocido hasta que de repente tuvo una gran idea; escribir un libro que se titula; “España de mierda”. Pues bien, ya está en la Wikipedia. Por lo visto, el librillo intenta narrar las peripecias de un músico uruguayo que hace una gira por nuestro país y va describiendo las aventuras con las que se va encontrando en las distintas ciudades y pueblos de nuestra geografía, buscando siempre la forma de hacer gracia, menos mal. Esto es la perdición de los humanos; ese afán de ser simpáticos, de hacer chistes, de reírse a toda costa y a todo coste, ya sea a cuenta de la suegra, del cura, del papa o del rey y claro, cuando no tienes el talante y la categoría de un Gila, Tip, Eugenio, Ozores, etc., recurres a la ofensa, el insulto o la provocación, ya sea sonándose los mocos con la bandera, cantándole obscenidades a personas o instituciones relevantes, o quemando fotografías del rey o del papa, sabiendo que no solo está permitido, sino que siempre te vas a encontrar una gente que te va a apoyar, jalear, aplaudir y tal vez, financiar.

Es el caso del “artista” Santiago Sierra, otro que tal, ya en la edición de Arco del año pasado presentó un proyecto provocador con fotos de los procesados políticos catalanes. Ahora se marca un “ninot” de cuatro metros de altura con la figura del Rey Felipe. No se habla de otra cosa en la edición de este año en Madrid. ¡Vaya por dios! Pero no se lo pierda, para colmo de la estupidez pretende venderlo en 200.000 euros , poniendo además una cláusula con la obligación de quemarlo, como si de una falla se tratara, antes de un año. ¡ Ya no va más!

No se puede ser más gilipollas, pero lo triste del caso es que posiblemente lo consiga, porque para estas cosas siempre aparece el dinero y este es el verdadero problema, por no decir drama; porque, cuando vemos la dificultad, mejor dicho, la imposibilidad, de que una persona humana normal, masculina, femenina o lo que sea, mayor o joven, da igual, que no aparezca en la lista de Forbes, claro está, ni que sea heredero, consejero, banquero o similar que no hay muchos, pueda soñar con lograr algún día una cantidad semejante como la que pide este cachondo por su obra, nos da una idea de lo desfasado, estúpido y perjudicado que está el convulso mundo actual en que vivimos.

Por el camino que vamos, las nuevas generaciones ya no verán en la educación, el respeto, estudio, trabajo, superación o sacrificio, la forma de ganarse honradamente la vida y conseguir un nivel digno de preparación para poder convivir en una sociedad más justa, al contrario, comprobarán que insultando, provocando, jugando al póker y en el casino o haciendo el ganso o el gilipollas, podrán hacerse un hueco en los periódicos, radios o televisión sabiendo que siempre aparecerá un Willy Toledo o un Gran Wyoming que lo defienda, aplauda, le promocione y le haga una entrevista en directo contándonos su apasionante existencia.

Pero tal vez no todo sea negativo, es posible que algún lector/a haya llegado hasta aquí, en estos tiempos en que hay más gente escribiendo que leyendo, por la sencilla razón de que el encabezamiento de este artículo no sea convencional.

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